Hay tanta información económica que a veces se nos escapan los principales indicadores. Así, Jesús Mota acaba de advertirnos de la gravedad del informe "España 2017" de la Comisión Europea, publicado hace días. En él se dice, por ejemplo, que el 13,1% de los trabajadores españoles está en riesgo de pobreza; que el 28% de los ciudadanos tiene riesgo de exclusión social; que hay probabilidades de que en la economía española se alcancen tasas de pobreza elevada incluso entre los colectivos con empleo; que la contratación temporal (el 27%, sólo por debajo de Grecia) degrada la productividad; que uno de cada cuatro contratos temporales firmados en 2016 tuvo una duración inferior a siete días... Mota añade algunos datos más, que no pertenecen sin embargo al informe: en lo que va de año, uno de cada tres contratos laborales firmados dura menos de treinta días; el 70% de los trabajadores jóvenes gana menos de 1.000 euros al mes; y el parado cobra de media en España el 51% de sus ingresos anteriores (frente al 67% en Francia y Alemania, al 76% en Finlandia y al 84% en Dinamarca). Y en nuestro país, el salario más frecuente es de 16.500 euros anuales.
La contemplación de este panorama debería matizar las declaraciones estridentes y optimistas sobre el fin de la crisis y la bonanza económica de que al fin disfrutamos, las manifestaciones sobre la necesidad de "profundizar en las reformas" y las afirmaciones precipitadas acerca del futuro. Estefanía acaba de publicar un libro titulado "Abuelo, ¿cómo habéis consentido esto?". Puede el lector imaginar de qué va.
