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Cien años del TBO

Siendo niño, había al menos dos ritos familiares para el domingo, los pasteles en la comida y la compra de las revistas y tebeos. Por alguna razón me tocaba a mí bajar al quiosco a comprarlo todo, pero sólo recuerdo los tebeos, que eran TBO, Pulgarcito y DDT. El TBO siempre era otra cosa, y, pensando, pensando, creo que es una cuestión de tempo. El ritmo vital que se manifestaba en los otros era bastante más dinámico, mientras que el TBO denotaba claramente un tiempo ya ido, en el que reinaba una lenta paz. Nada que ver entre el tempo de la familia Ulises, del TBO, y el de la familia Cebolleta, del DDT. El humor también era distinto, más simple y menos hilarante en el TBO. Como aún no había televisión, ese aliciente dominical encerraba una emoción, que aún sigue ahí, pues noto que la vibración interior revive al evocarlo. Así que debe de ser una falacia lo de que el tiempo pasa.

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