Hace apenas unos tres días he oído por televisión que el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, va a aumentar el gasto militar en un equivalente a cuatro veces el presupuesto de Defensa de España, o sea, unos 50.000 millones de dólares, lo cual quiere decir dos cosas: que España gasta por este concepto más de 12.000 millones de dólares al año y que Estados Unidos desea tener el estamento militar más potente del mundo; todo lo cual se ha puesto de manifiesto ahora, por razón de la declaración de Donald Trump.
De acuerdo con las ideas anteriores, el hombre es un animal racional, por lo que, a través del raciocinio, puede distinguir lo bueno de lo malo.
Lo bueno en nuestra sociedad son las actividades que favorecen a los más necesitados, como un salario mínimo, asistencia sanitaria gratuita, educación, etc; ¿pero qué ocurre cuando el gasto militar se lleva una gran parte de los ingresos obtenidos a través de los impuestos? Es evidente que se intenta obtener un gran poder que supere al de los demás estados del mundo. Se intenta un sometimiento con amenaza de guerra, lo que ha de dar lugar, sin duda alguna, a una rebelión, que naturalmente acabará en una guerra. La guerra es destrucción y es impropia de una sociedad que ha contado con grandes filósofos ya desde la antigüedad (Platón, Aristóteles, Sócrates€) y desde el Siglo de las Luces (Montesquieu, Rousseau, Voltaire€) en el que se afirma el contrato social, la división de los poderes, etc.
¿Cómo es posible que en el siglo XXI en vez de dedicar una importantísima parte de los ingresos públicos a mejorar las condiciones de vida de las clases sociales, se destinen a incrementar las dotaciones militares?
Evidentemente ello supone un atraso social de más de cien años. Sin embargo, eso es lo que hay y contra ello la sociedad debe llevar a cabo las acciones necesarias para evitarlo.
¿No habría convenido más a Estados Unidos destinar esa enorme cantidad de dólares, que vienen a ser casi un 3,5% del presupuesto total (1,5 millones de dólares) a mejorar las condiciones de vida de las clases menos pudientes, que, por lo visto son más de un 30% de sus habitantes?
A ver qué pasa.
*Abogado, exdecano del Ilustre Colegio Abogados de las Illes Balears (ICAIB)
