Para quienes hemos vivido la época de los grandes dispendios del Govern balear en las ferias (los años de los rasputines, las botellas magnum en las cenas, los excesos de los consellers de Turismo que ahora están en la cárcel, de Claudia Schiffer con su Tarjeta Verde gigante, de Michael Douglas en Polonia a todo trapo o de Rafa Nadal por el estand a todas horas) las ferias de hoy en día, tan serias, discretas y profesionales, nos parecen un muermo. Cierto es que los ciudadanos baleares ya no estamos pagando de nuestro bolsillo que Anna Kurnikova pasee su palmito por el pabellón de las islas sin saber muy bien qué tiene que ver eso con la promoción turística o que ciertos políticos acaben la noche con señoritas y champán a cuenta el erario público, pero los pobres periodistas nos hemos quedado sin chicha para nuestras crónicas de ambiente. La austeridad es una exigencia hoy, algo que nos parece tan lógico como entonces nos lo parecía que se gastasen centenares de miles de euros en una promoción que tenía más ingredientes de circo de freaks que de otra cosa. Pero qué quieren que les diga, a veces miro con nostalgia aquella foto que tengo con Rafa Nadal y que me sacó, dios sabe por qué el mismísimo Jaume Matas. Aish ¡Qué tiempos aquellos!
