La sección de Opinión de este periódico es escrita habitualmente por colaboradores y colaboradoras de extraordinaria calidad, siempre con más firmas masculinas que femeninas, reflejo del mundo que nos rodea. Hoy nosotras acaparamos todo el espacio, con motivo del Día Internacional de la Mujer, para enviar un mensaje de que queremos estar, en condiciones de igualdad real, en todos los ámbitos sociales. Y eso significa en ocasiones, como comprobamos día a día con los hombres, ocupar todo el espacio.

Lo hemos hecho porque creemos que, aunque es cierto que se han producido avances, queda todavía mucho camino por recorrer. Y por reivindicar. Más aun constatando que últimamente el movimiento feminista se interpreta en clave cansina. Matando al mensajero. Porque el fondo de la cuestión, la realidad de una sociedad que sigue arrinconando a la mujer en su espacio público y privado, es más difícil de argumentar.

Cuatro de cada cinco parlamentarios, según datos de la Organización de las Naciones Unidas, son hombres, cuando las mujeres representamos la mitad de la población. Si añadimos que uno de esos hombres es el diputado polaco Janusz Korwin-Mikkediputado polaco Janusz Korwin-Mikke, quien afirmaba hace unos días en el Parlamento europeo que las féminas deberían ganar menos porque somos "más débiles, más pequeñas y menos inteligentes", sin ser expulsado de inmediato de la cámara, mucho peor.

En el sector privado, el porcentaje de presencia femenina en los órganos de decisión es similar. No ocupamos la cuota de poder que nos corresponde. Y no lo hacemos por falta de ganas, sino porque no nos dejan. No nos deja un sistema que nos paga menos por los mismos puestos de trabajo y nos penaliza por ser madres. Que nos ha entregado equivocadamente la bandera de la lucha por la conciliación, obligándonos a renunciar a nuestra promoción profesional.

Y mientras, en nuestro espacio personal, nos matan. Dos mujeres asesinadas en España a manos de sus parejas cada semana. Seis mujeres matadas el año pasado en Balears, la cifra más alta desde que se dispone de estadísticas. La mayoría de ellas no había denunciado nunca malos tratos con anterioridad. Son víctimas de la violencia de género: del hombre que las ha matado y de una sociedad que acumula tantos siglos de machismo que no detecta y ataja de raíz los posos que perviven.

Nuestro futuro está en no bajar nunca la guardia. En no cansarnos de oírnos a nosotras mismas, porque tenemos razón, y en repetirlo a nuestros hijos e hijas: somos capaces y poderosas, y queremos vivir al mando de nuestras vidas y no en permanente estado de conquista de lo que nos pertenece. Y llevar esa reivindicación a nuestra rutina diaria, a nuestro trabajo y a nuestra vida social.

Y ese futuro en femenino está también en vosotros, en tantos hombres que nos acompañáis y nos miráis de tú a tú. Que lucháis contra tantos absurdos estereotipos y os ponéis a nuestro lado. Os pedimos que redobléis vuestros esfuerzos y convenzáis a tantos que no lo hacen.