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Holanda, el populismo y Luis de Guindos

El primer domingo de mayo, segunda vuelta de las presidenciales francesas, será la prueba de fuego para la ola populista que recorre Europa. Si Marine Le Pen gana -lo que hoy sigue pareciendo improbable pero menos que hace unos meses- el euro y la unidad europea estarán amenazados de muerte. Sin Francia no hay Europa. Pero el primer desafío populista del año es el de las elecciones holandesas del próximo miércoles 15 de marzo. En Holanda es casi imposible que Geert Wilders, el populista que lidera el Partido de la Libertad (PPV), antieuropeo y rabiosamente contrario a la inmigración, pueda formar gobierno. E incluso muy difícil que participe en un gobierno de coalición pues nadie lo quiere como socio. Pero si Wilders, un político popular que hace campaña básicamente a través del tuit y dice que quiere liberar a Holanda de inmigrantes, consigue ser el primer partido -cosa que según las encuestas es posible porque le dan un 20% de los votos- el aldabonazo será de campeonato. Y sus ideas ganarán influencia.

Holanda tiene un sistema electoral proporcional al máximo y con un 0,7% de los votos cualquier partido puede sacar un escaño. Las fronteras económicas y de clase cuentan menos, lo que es fatal para los socialdemócratas que pueden pasar de ser el segundo partido al séptimo, mientras prima el debate identitario. Y además muchos partidos nuevos se dirigen a sectores e intereses muy específicos.

Catorce partidos (se presentan 28) pueden entrar en el parlamento y ocho tener más del 10% de los votos. La lucha por el primer puesto se dirime entre los populistas de Wilders y los liberales de derechas de Mark Rutte, el actual primer ministro que ha endurecido su discurso para frenar al populismo (recogiendo algunas de sus ideas). El tercer lugar parece que irá a Democracia-66, un partido liberal de centro que recoge la tradición de tolerancia holandesa.

Si Wilders gana no gobernará pero habrá dado la campanada y sus mensajes -nacionalistas y contrarios a la inmigración- no podrán ser ignorados totalmente. Puede condicionar mucho al gobierno aunque no forme parte de él.

Y el nuevo gobierno seguramente tardará en formarse, será débil y estará formado por una variopinta coalición de partidos muy diversos. ¿Sobrevivirá Mark Rutte, el liberal realista y conservador que lo encabeza hoy?

Ah, y si los socialdemócratas quedan fuera y Jeroen Dijsselbloem no es ministro de Economía quedará vacante la presidencia del Eurogrupo, la reunión de ministros de Economía del euro, el permanente objeto del deseo de Luis de Guindos. Según cómo las elecciones holandesas pueden dar más fuerza a Guindos. En Bruselas… y en Madrid.

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