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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Rajoy, la oposición y viceversa

El PP, aun siendo el partido más votado, se ve obligado a gobernar en solitario y en minoría. En consecuencia Rajoy, sus parlamentarios y ministros, se ven obligados a dialogar, pactar y consensuar con la oposición si pretenden obtener unos índices aceptables de gobernabilidad. Pero, al menos de momento, a Rajoy y a su partido les cuestas modificar su chip propio de la mayoría absoluta. Sus relaciones con la oposición son prácticamente inexistentes. "Pasan" de Ciudadanos, sus vecinos más próximos, a pesar de haber ratificado las150 propuestas de C´s como contrapartida al visto bueno a la investidura de Rajoy. Ni agua con los partidos nacionalistas (especialmente los catalanes), y va de retro con Podemos. Con los socialistas el trato es diverso, aunque Rajoy no consiguió su gran meta (el "gran pacto"), confía en su espíritu de lealtad (especialmente ahora que son débiles) exigiéndoles apoyo en temas de relieve para facilitar la gobernabilidad y en todo caso que limiten su oposición a asuntos cotidianos y de escasa relevancia.

Los populares siguen anclados en sus ya conocidas propuestas programáticas que según ellos son la causa de nuestros avances económicos, y garantía de continuar creciendo. Juicio de valor que no comparte la oposición (cada uno con sus matices) ni gran parte de la ciudadanía, incluido parte del sector económico y financiero. Mayor crecimiento (macro) y mayor empleo sí, pero temporal y precario. Diferencias salariales en aumento. Pensiones "bloqueadas" con un aumento del 0,25%. Siguen los copagos en Sanidad pública. Un sistema educativo público que sigue siendo deficitario en instalaciones y recursos humanos. El acceso a la vivienda sigue siendo un lujo incluso para los "segmentos" medios. La emancipación de nuestros hijos una pura utopía. Las necesarias y urgentes reformas estructurales necesarias siguen durmiendo el sueño de los justos. Reforma del mercado de trabajo (reforma laboral), pacto por la Educación (Lomce), las pensiones (Pacto de Toledo), reforma del vigente sistema de financiación autonómico ineficaz e injusto, replanteamiento político y estructural de nuestro vigente modelo territorial, diálogo positivo con el Govern de Catalunya, emprender sin prisas (pero marchando) una imprescindible reforma de la Constitución de 1978.

Y frente a tal contexto político y socioeconómico, ¿cuál es la respuesta de la oposición? Los socialistas, el PSOE, está inmerso en una profunda crisis de identidad, de discurso político claro y coherente, y sin un liderazgo identificable y creíble. Desde el comité federal de los cuchillos largos, el PSOE está en manos de una gestora que no puede ofrecer liderazgo porque su labor está limitada según sus estatutos a la convocatoria. Pero, a pesar de los pesares, la susodicha gestora, especialmente a través de su portavoz, el parlamentario andaluz Mario Jiménez, pretender "liderar" incluso al grupo parlamentario. Mientras a la espera del congreso y de la fecha oficial de presentación de candidatos, ya hay dos en marcha (Pedro Sánchez y Patxi López) y una tercera (Susana Díaz) que está deshojando la margarita con el apoyo de barones y próceres ilustres e ilustrados. Frente a tal panorama el grupo parlamentario socialista, liderado por Antonio Hernando (exmano derecha de Pedro Sánchez), intenta trasmitir una oposición política útil y necesaria. No lo consiguen. La percepción ciudadana (incluida parte de su militancia) es que el PSOE está haciendo de muleta útil a Rajoy. La oposición, la socialista, puede (y debe) ser constructiva, pero sin que por ello renunciar a presentarse y actuar como alternativa al gobierno liderado por Rajoy, proponiendo en su caso iniciativas parlamentarios y de gobierno propias y/o compartidas con otros partidos de la oposición.

Más aún, los estrategas del PSOE deberían tener claro que, si no quieren que los populares sigan gobernando por años (bienios, trienios o quinquenios), es necesario convenir una nueva mayoría compartida con Podemos. Soy consciente de que mi propuesta puede levantar ampollas, pero las realidades son las que son. De hecho, así gobiernan entre otras instancias en Aragón, Castilla, Extremadura, y en múltiples ciudades punteras (incluida Palma). Sin olvidar que nuestro país vecino, Portugal, gobernado por los socialistas con el apoyo de la múltiple izquierda lusa, está superando su profunda crisis sin aplicar duras (e inútiles) recortes con la ayuda y visto bueno de la UE. Soy consciente que el pacto es cosa de dos. La otra parte, Podemos, debería aceptar la realidad y las reglas de juego democráticas de las mayorías y minorías. A los podemitas no les resultará fácil, especialmente después de los resultados de su Vistalegre 2. En una próxima colaboración centraré mis reflexiones en Podemos, una vez que conozcamos qué nivel de participación política ofrecerá el sector ganador liderado por su secretario general, Pablo Iglesias, a la corriente minoritaria (pero significativa) liderada por Errejón.

De momento convivimos en un país políticamente semiparalizado, ni tan siquiera existe un borrador de los presupuestos 20217. Mientras las diversas autonomías y entidades locales siguen vivas y coleando sorteando sus múltiples dificultades. La gobernabilidad no puede confundirse con el silencio de los corderos, donde nada ni nadie se mueve ni escucha. Ambos, gobierno y oposición, tendrán que renunciar a algunas de sus propias "premisas". Sin que ello implique que el gobierno sea "rehén" de la oposición, ni que ésta eje de ejercer como tal.

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