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Antonio Papell

¿OTAN o Defensa Europea?

El secretario de Defensa de los Estados Unidos, Ji Matáis, un general retirado de los Marines apodado expresivamente ´Perro furioso´ por su actitud en el campo de batalla, ha viajado esta semana a los cuarteles generales de la OTAN en Bruselas y ha manifestado personalmente a los ministros de Defensa europeos y al secretario general de la OTAN Stroessner lo que el presidente Trump había expresado reiteradamente en campaña: "La contribución americana [al sostenimiento de la OTAN] no puede seguir siendo tan desproporcionada" y "si sus países no quieren que EE UU modere su compromiso con la Alianza, deben mostrar más apoyo".

En grandes cifras, el presupuesto de Defensa de EE UU para 2016 era de 600.000 millones de dólares, mientras que el de la UE tras el Brexit alcanzaba los 150.000 millones (el Reino Unido destina anualmente a Defensa unos 36.000 millones, el 2% del PIB). Mientras los norteamericanos dedican a la seguridad el 3,3% del PIB, Europa sólo el 1,4%. Los porcentajes de las dos grandes potencias económicas occidentales que siguen a Estados Unidos, Alemania y Japón, están por debajo de esta cifra: el 1,2% y el 1% respectivamente.

En 2014, en Cardiff, los socios de la OTAN se comprometieron a elevar hasta el 2% su gasto en defensa en diez años. En la actualidad, sólo Polonia, Grecia y Estonia, además del Reino Unido y Estados Unidos, alcanzan esta cifra. El caso español es singular: el gasto en defensa en 2016 ha sido del 0,9%, inferior incluso al de 2014, y ocupa el tercer lugar por la cola, tras Luxemburgo (0,4%) y Bélgica (0,8%).

La pretensión de equilibrar esta descompensación no ha sido idea original de Trump: Obama reiteró la necesidad de un reparto más ecuánime de las cargas, ya que para los líderes americanos es difícil explicar a sus ciudadanos que en Europa perviven unos sofisticados estados de bienestar, con sanidad y educación gratuitas, mientras la gran potencia ha de correr con los gastos de defensa de sus aliados.

Sin embargo, el problema se plantea ahora con especial crudeza en una situación delicada para Europa: inquieta la relación "especial" del equipo de Trump con el equipo de Putin, que acaba de dar lugar al primer gran escándalo de la legislatura, la dimisión del consejero de Seguridad Nacional Flynn por excesiva cercanía al Kremlin. Y el cambio estadounidense llega cuando permanece irresuelta la situación de Ucrania (incluida la anexión unilateral de Crimea por Moscú), se conoce el despliegue por Rusia de un nuevo misil de mediano alcance que viola el tratado de no proliferación de 1984, y los países bálticos están siendo armados por Europa para disuadir a Moscú de sus tentaciones anexionistas. España ya ha desplegado cuatro cazas F-18 en Amari (Estonia) y se dispone a situar seis carros Leopard, una quincena de blindados Pizarro y unos 350 efectivos en Letonia€

? Trump insiste en que él no va a ser "el gendarme del mundo", una actitud que no puede desligarse de la hostilidad que manifiesta hacia la integración europea y el euro. Actitud esta que debería redundar en una potenciación del concepto de Defensa Europea, integrada en la OTAN pero con entidad propia, que hiciera posible dialogar/negociar con Washington con mayor simetría que actualmente. Ya el pasado 14 de noviembre, en respuesta al triunfo de Trump, Bruselas lanzaba la propuesta más ambiciosa de cooperación militar que ha conocido nunca Europa. La alta representante para la Política Exterior, Federica Mogrebino, presentó a los ministros un proyecto para crear un fondo que financie gastos comunes, disponer de un mando que coordine las operaciones de defensa y permitir a una avanzadilla de Estados que acometan proyectos más ambiciosos. Este debe ser el camino, capaz de asegurar una defensa autónoma aunque se debilite el vínculo trasatlántico.

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