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¿Defensa de los cupos?

La vicepresidenta del Gobierno perdió ayer una ocasión de oro de pronunciarse críticamente con el sistema actual de designación de los miembros del Constitucional, que, como es sabido, han de obtener una mayoría parlamentaria de tres quintos, bien en el Congreso, bien en el senado. Como es sabido, tales puestos se proveen históricamente por connivencia entre PP y PSOE: el PP apoya a personas de confianza del PSOE y al contrario. De esta forma, el Tribunal se convierte a la larga en un trasunto del parlamento.

Albert Rivera, líder de Ciudadanos, lleva tiempo intentando cambiar esta mixtificación, que no se ajusta a la voluntad evidente del constituyente, que pretendía que los miembros del TC contaran con el respaldo positivo y sincero de más de una fuerza política. Pero no: Soraya Sáenz de Santamaría ha utilizado el recurso insuficiente del derecho comparado. Pero el hecho de que en Francia, en Alemania, en Italia o en Portugal también utilicen subrepticiamente el sistema de cupos no redime a nuestro Tribunal de la falta de legitimidad moral que se desprende de su origen viciado. Ante esta evidencia, la recomendación de que los demócratas no debemos dar argumentos a nuestros enemigos tampoco es de recibo porque ninguna democracia prospera si no renuncia de antemano al cinismo.

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