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Antonio Papell

Macron, populismo ordenado

Macron ha creado en Francia un movimiento que aspira a ser una coalición de socialdemócratas, liberales, centristas, ecologistas y sobre todo de ciudadanos que nunca han tenido un compromiso político

Emmanuel Macron, 39 años, funcionario francés del Escuela Nacional de Administración, experto en inversión bancaria, fue asesor económico de Hollande desde su llegada al Elíseo en 2012, luego secretario general de la presidencia, y, desde agosto de 2014 a agosto de 2016, ministro de Economía. En abril de 2016 lanzó el movimiento "¡En marcha!", que finalmente se ha convertido en su plataforma para presentar su candidatura a las presidenciales de 23 de abril y 7 de mayo.

Macron nunca ha demostrado gran sintonía personal con los partidos: estuvo en el gabinete de Fillon y, por un tiempo, se afilió al Partido Socialista (PS), del que ya no es militante. Como es usual en muchos otros partidos centristas y populistas europeos, su discurso rechaza la dicotomía izquierda-derecha, pero todavía no exhibe un verdadero programa. Se le ha calificado de "antisistema respetable" que se dirige sobre todo a las clases medias. Cuando dimitió de ministro para desarrollar su proyecto autónomo, Le Monde le calificó de "ovni político" que en realidad trataba de zafarse del "sistema de partidos" que considera "vacuo". Los últimos acontecimientos le son indiscutiblemente favorables: la victoria de Benoît Hamon sobre Valls representa el ascenso de un radical, que efectúa propuestas utópicas; y el hundimiento de Fillon, a su vez verdugo de Sarkozy y de Juppé, por los escándalos financieros de su esposa, deja un gran territorio expedito en el centro del espectro.

Macron ha manifestado que se siente identificado con el golpe al statu quo que ha supuesto la victoria de Donald Trump en EE UU, que es realmente "la expresión de un rechazo profundo del sistema", la misma que llevó al Brexit, idéntica a la que le impulsó a él a entrar en política. Macron ha escrito en su portal digital que "estos votos expresan una petición de protección y de respeto del sentimiento popular que creo compartir con los franceses. Deben ser escuchados y comprendidos, aunque sin conducir a respuestas cerradas". Insiste en que "nada está escrito de antemano", en referencia a los procesos electorales en perspectiva. La doble militancia está permitida entre sus partidarios, y de hecho entre los seguidores de Macron hay muchos socialistas, incluso docenas de parlamentarios.

Su programa es deliberadamente ambiguo y su página web es muy poco expresiva: Francia está bloqueada y es preciso impulsarla hacia adelante, es la clave del mensaje. El movimiento aspira a ser una coalición de socialdemócratas, liberales, centristas, ecologistas y sobre todo de ciudadanos que nunca han tenido un compromiso político. Macron mantiene que los partidos están anclados en una división que no se corresponde con la realidad y que la verdadera dialéctica está entre progresistas y conservadores, entre apertura e inmovilismo. El candidato piensa que los principales retos con los que se enfrenta Europa son el riesgo terrorista y el desafío migratorio. Sobre este último asunto, defiende "una política de asilo más humana y eficaz". En socioeconomía, su pronunciamiento ha sido vaporoso hasta ahora: "Francia debe asumir responsabilidades sobre el plan económico y presupuestario y debe acometer reformas. Después Alemania nos debe acompañar con más inversiones y un relanzamiento de la zona euro".

? En definitiva, tras el declive de los partidos tradicionales, el PS y los republicanos, Francia parece estar totalmente en manos de las formaciones heterodoxas. El Frente Nacional, que es hegemónico pero que está aislado, será felizmente frenado por el cordón sanitario de los demócratas. Y la esperanza del resto parece pivotar en torno a un movimiento nuevo, con algún parecido al español Ciudadanos, que busca un modo distinto de hacer política, un discurso original, un pragmatismo encaminado a resolver problemas reales. Toda Europa está observando con la respiración contenida.

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