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Llorenç Riera

Mayor gravedad en la explotación de Nadia

Nuevo mazazo sobre los ya incalificables hechos del caso Nadia conocidos hasta ahora. Resulta complicado hallar palabras capaces de interpretar y describir el comportamiento paterno, sin escrúpulos ni moral, de unos progenitores con su hija enferma, independientemente del grado de gravedad de la dolencia llamada rara, por inusual. Pero eso, con ser importante, parece ser lo de menos desde el punto de vista del engaño social y la responsabilidad penal, porque mucho más raro y punible resulta que unos padres sean capaces de montar un negocio descarado con su propia hija como objeto, ahora también, espántense, sexual.

El juez de la Seu d'Urgell vuelve a llamar a declarar Fernando Blanco y a Margarita Garau. Él deberá ser trasladado desde la cárcel de Lleida, donde permanece en prisión preventiva tras sus probados intentos de fuga y ella viajar desde Binissalem donde reside. Mientras, Nadia Nerea permanece a buen recaudo con su tía de Santa Maria y el seguimiento que hacen de su situación, anómala en grado sumo, los servicios de menores de la Generalitat y el Govern.

La nueva llamada del juez está de sobras justificada. Los Mossos d'Esquadra le han entregado informes y material informático que va más allá de la "simple sospecha" ya que contiene imágenes "incomprensibles" que llevan a pensar que Fernando Blanco, aparte de estafas y desfalcos con la exageración de la enfermedad de su hija, también puede haber cometido delitos de elaboración y tenencia de pornografía infantil, exhibicionismo y provocación sexual con su propia hija. De confirmarse los hechos, padre lo será en el sentido estrictamente biológico porque quedará claro que carece de todos los elementos esenciales de la paternidad responsable y hasta de la misma dignidad humana.

¿Qué decir ante estos hechos? Poco más que lamentar el infortunio de Nadia Nerea y abogar por su protección y cuidado efectivo ante la doble dolencia no descrita que le aqueja. Sí, doble porque si rara puede ser su dificultad física, mucha mayor rareza, por decirlo en términos discretos, reviste el infortunio de los padres que le han tocado en suerte.

Desde luego, los hechos vuelven a confirmar que el juez acertó en el diagnóstico de la problemática y en el fallo de la resolución al privar de la custodia de la niña a sus progenitores. Es una prevención imprescindible del mismo modo que ha resultado serlo el mantener el padre en prisión después de haber intentado eludir un control policial y haber malgastado dos terceras partes de los 918.000 euros que ha recaudado desde 2008 de la ayuda y solidaridad particular y pública. La decepción y estupor ya eran evidentes por la capacidad de aprovechamiento de la buena intención de la gente pero ahora aumentan al ver que el grado de maldad se adentraba incluso en el terreno sexual.

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