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Camilo José Cela Conde

Comercio

Amazon, la empresa gigantesca de Internet que comenzó vendiendo libros y discos y ahora comercia con cualquier bien imaginable, ha dado...

Amazon, la empresa gigantesca de Internet que comenzó vendiendo libros y discos y ahora comercia con cualquier bien imaginable, ha dado el paso que faltaba para entrar en el siglo XXI, la postmodernidad o el final de los tiempos conocidos lo que se prefiera montando la primera tienda de verdad, de las que tienen los productos en las estanterías y se toman con la mano, en la que no será necesario pagar con papel moneda ni tarjeta de crédito. Sin colas ni caja, vamos. La tienda se abrirá de aquí a un mes en Seattle, Estados Unidos, y será un supermercado aunque de tamaño modesto, de momento. Habrá sensores que determinarán las cajas, paquetes, latas o botellas que uno elige y su precio se cobrará al salir de la tienda cargándolo en la cuenta que tenga el cliente en Amazon. Todo instantáneo, simple y automático gracias a un procedimiento que sigue la misma técnica responsable de que existan los automóviles sin conductor.

Yo no sé si habrá mucha gente que haya reflexionado acerca del alcance de ese paso. Se llevaba ya tiempo montando un mundo sin dinero o, mejor dicho, con dinero virtual gracias a las capacidades de Internet y nos habíamos ya familiarizado con el ingreso electrónico de la nómina en cuenta o el pago de la luz por medio de contadores que envían la lectura a la compañía para que ésta nos cargue la factura sin necesidad de más trámites. Incluso las tarjetas de crédito eran desde hace décadas un sustituto común de los billetes y monedas. Pero Amazon cruza otra frontera en la que no siquiera es necesario enseñar plástico alguno: un teléfono inteligente, una cuenta en la compañía y eso, aplicaciones Amazon Go se llama ésta mediante, es todo. De un plumazo archivamos cerca de treinta siglos de historia o, mejor dicho, una parte esencial de la Historia completa desde que comenzó a tenerse en cuenta merced a la escritura, el álgebra, las ciudades-Estado, la religión organizada en templos, los impuestos y el dinero.

Lo que no termino de decidir es si se trata de un paso adelante o de una marcha atrás. Librarse de la calderilla, de los cambios de divisa e incluso de las tarjetas de crédito es cómodo, sí, pero el dinero y el comercio que son las dos caras de una misma moneda nada virtual, al crecer y multiplicarse, fueron los elementos que dieron paso al Nuevo Régimen, a la ruina de las taifas y los señores feudales, al auge de las ciudades que tanto amamos ahora. Sin cajas ni tenderos desaparecerá el último rescoldo del comercio como relación social, el colmado en el que era tan importante hacerse con el pan y la leche como contar las noticias de la familia. Amazon liquida ese mundo y, de paso, nos mete un poco más en las garras del Gran Hermano porque sus archivos electrónicos guardarán nuestros gustos y preferencias. ¿Hasta siempre? No termina de quedar claro si con la muerte desparecerá un cliente de las tiendas Go mientras siga abierta la cuenta en Amazon.

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