Viajando entre Cienfuegos y La Habana me tocó explicar a un antiguo comunista cubano, persona maravillosa, cómo eran unas elecciones libres. Él no acababa de entenderlo. Justificaba que La Habana se derrumbara en que las casas ya tenían muchos años. "B", una disidente en activo, me dijo en la calle que allí todos estaban contaminados. Se refería al conformismo de fondo con la situación. El miedo en un Estado policial no bastaba para explicarlo. Concluí que la razón estaría tal vez en la igualdad que, salvo para cierta elite política, parece presidirlo todo. O sea, en un universo cerrado, y con las necesidades básicas malamente cubiertas (aunque con sanidad y educación), la gente se conformaría con que los demás no tengan más que ellos. Esa comunión en la pobreza requiere que las puertas sigan cerradas. ¿Habrán trabajado al final por la misma causa el bloqueo y el castrismo?
