Diario de Mallorca

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Sale de nuevo a la palestra la cuestión del rol de las mujeres en la sociedad actual. Y lo hace de la forma más insospechada que cabía imaginar: atribuyendo sexismo reaccionario a las palabras de nada menos que el gran gurú de la postmodernidad, el líder y principal emblema de la que se define como política emergente.

La coalición que los demás partidos políticos y no pocos de los comentaristas califican de populismo de izquierdas, Unidos Podemos, se había caracterizado hasta ahora por dar a las mujeres un papel protagonista en la política. El grupo que ha ganado la Secretaría general en Madrid incluso se llama "Juntas Podemos", pese a que su cabeza de lista es un hombre. Cabe plantearse si forzar la gramática es una idiotez o un recurso revolucionario pero nadie puede dudar del poder de las palabras. Para bien y para mal. Porque las pronunciadas por Pablo Iglesias, con una ambigüedad no sé si calculada sobre cómo cabe feminizar la política, han llevado a que se le acuse de poco menos que de machismo irredento.

Lo que hizo el líder de Unidos Podemos fue criticar que se pretenda tener más mujeres en los consejos de administración de las grandes empresas cuando, en su opinión, el lugar en que deberían estar es el de los centros educativos y sanitarios. Es allí donde se lleva a cabo la tarea esencial de asistencia a los ciudadanos y las ciudadanas, supongo que habría añadido él, así que instó a que las mujeres hagan: "Eso que tradicionalmente conocemos porque hemos tenido madres, que significa cuidar".

No hacía falta aguardar que surgiese populismo alguno para darse cuenta de que las frases las carga el demonio. El refranero castellano advierte desde hace mucho tiempo que uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Por supuesto que aparecerán réplicas y contrarréplicas, matizaciones, defensas y ataques sobre lo que el líder de Unidos Podemos dijo o quiso decir. Pero esa frase acerca de lo que significa cuidar significa lo que significa, entrando de hecho en lo más sensible del proceso de incorporación de la mujer al mundo laboral. Desde que las sufragistas pusieran en marcha en 1848 la lucha por los derechos de la mujer, con un notorio énfasis en el mundo laboral, ha llovido mucho pero no lo suficiente como para que se haya conseguido la igualdad de responsabilidades y salarios. Las palabras del líder de Unidos Podemos hurgan en una herida abierta todavía que su frase, desde luego, no contribuye a cerrar. Porque se dan pasos, sí, hacia la presencia de las mujeres en todos los órdenes de la sociedad pero sin librarlas de su responsabilidad de madres. Sigue en pie, incluso en la mente de los líderes más radicales, la idea de que las mujeres tienen un papel asistencial y poco más; como siempre, vamos. Está por llegar el día en que nos acordemos con añoranza de lo que significó que nos cuidaran tanto nuestra madre como nuestro padre.

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