Los partidos tradicionales se dejan arrebatar por las nuevas organizaciones muchas ideas y propuestas que deberían ser en realidad patrimonio de todos los demócratas, y de ahí el auge de las formaciones de nueva planta y la decadencia de las tradicionales. La última idea-fuerza que ha lanzado Podemos por boca de Pablo Iglesias es la de la "feminización de la política", una noción atractiva y pertinente que dará que hablar.
El concepto, de origen feminista, apela a la necesidad de transformar las formas de la política y no sólo de incorporar a más mujeres en los desarrollos sociales y en la vida pública mediante criterios de paridad. La feminización de la política supone transformar el sentido de lo público, cambiar el orden de prioridades e incluso la noción de lo que es o no importante. "Incluye muchas cosas, hacer políticas feministas, que sean la prioridad; hacer un cambio radical de lo simbólico, de la economía, de lo cultural", afirma la pensadora feminista y diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid Beatriz Gimeno. La propuesta es compleja y controvertida porque no tendría sentido que, cuando tratamos de extirpar los estereotipos de lo masculino, cayéramos en la tentación de implantar estereotipos de lo femenino. Pero la idea es buena, y con seguridad arraigará en la regeneración de esta democracia imperfecta en que el machismo es todavía un elemento incluso criminógeno.
