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Antonio Papell

El modelo vasco para Cataluña

Los vascos han reproducido el modelo de coalición PNV-PSE que tan magníficos frutos dio en el decisivo periodo 1987-1998. Las formaciones capitaneadas por Andoni Urtúzar, presidente del PNV, y por la líder del PSE, Idoya Mendía, han acordado investir lehendakari a Íñigo Urkullu. Los 28 escaños nacionalistas y los 9 socialistas suman 37, a uno de la mayoría absoluta, por lo que el nuevo presidente del ejecutivo autonómico deberá esperar a la segunda votación; como es sabido, en la investidura vasca los partidos sólo pueden votar afirmativamente a un candidato o abstenerse.

El acuerdo, plasmado en un documento de setenta páginas, contiene acuerdos en materia de empleo, desarrollo económico, servicios públicos y políticas sociales así como avances en el autogobierno, siempre dentro de la legalidad vigente. En materia de terrorismo, los socios exigen a ETA la disolución y el desarme y al gobierno del Estado cambios en la política penitenciaria, de forma que se recupere la normalidad tras un periodo de excepcionalidad. Finalmente, el PSE ostentará tres consejerías en un Ejecutivo de once.

En 1987, el PSE cedió al PNV (debilitado por la reciente escisión de EA) la lehendakaritza a pesar de haber obtenido más escaños (pero no más votos) Aizpeolea ha recordado las explicaciones que ha dado el socialista Ramón Jáuregui, cabeza socialista entonces, sobre aquella cesión, cuya única alternativa real era provocar nuevas elecciones, y en aquella ocasión el gran argumento que justificaba el maridaje era la necesidad de conciliar, en aras de la paz, las sensibilidades nacionalista y no nacionalista. Y la experiencia, golpeada constantemente por el salvaje terrorismo etarra, fue fecunda, e influyó decisivamente en el aislamiento y el combate contra ETA. El Pacto de Ajuria Enea de 1988 fue un golpe mortal contra la banda armada, a pesar de las veleidades del PNV a partir de 1998, cuando el PNV se echó al monte y firmó el pacto de Estella, como anticipo del 'plan Ibarretxe' que llevó al nacionalismo moderado a perder el gobierno de la comunidad.

Hoy, en Euskadi ha cesado la violencia, se ha impuesto una estabilidad admirable y la ciudadanía disfruta de un estado de bienestar excelente (Euskadi ya goza de la renta básica universal que es todavía un desiderátum en la mayoría de los países desarrollados), pero no por ello la pedagogía que rezuma de este reencuentro PNV-PSE tiene menos relevancia en un país como España en el que está en plena ebullición un conflicto tan grave como el catalán.

Euskadi disfruta de un "pacto fiscal" consagrado en la Constitución por razones históricas y de coyuntura en 1978, y es evidente que cabría una extrapolación de este modelo a una estructura estatal de consistencia federal que satisficiera a las comunidades que, como Cataluña, quieren gestionar sus propios presupuestos, abonando como es lógico una bien medida cuota de solidaridad (el cupo). En otras palabras, si el nacionalismo moderado catalán, en lugar de aliarse con el nacionalismo radical (ERC) y con el antisistema (la CUP), optara por vincularse a unas fuerzas estatales que fueran su pista de aterrizaje en el camino de una profunda reforma del statu quo conviene recordar que el primer encuentro entre Mas y el presidente Rajoy versó sobre la demanda de un 'pacto fiscal' por parte de aquél, cabría una solución 'a la vasca' en que las principales reclamaciones del catalanismo político pudieran colmarse.

Para ello, sólo haría falta clara disposición a negociar entre la Generalitat y el Gobierno entre Puigdemont/Mas y Sáenz de Santamaría, que ha abierto despacho en Barcelona y una cierta grandeza de espíritu de todos los actores concernidos, especialmente los líderes autonómicos de los diversos partidos, que deberían impulsar y acompañar una profunda reforma que presumiblemente necesitaría cambios constitucionales. Euskadi es en definitiva el modelo de la solución para Cataluña.

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