Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Miquel Àngel Lladó Ribas

¡Eureka! Abriendo puertas a la inclusión

La plaza Fleming de Palma sigue siendo para mí un lugar especial. O al menos uno de sus rincones, concretamente aquél en el que durante muchos años se ubicó un hermoso Tiovivo al que solía acudir muchas tardes con mi hijo Lluís, a quien fascinaban los colores vivos y las luces intermitentes que acompañaban a los caballitos, las motocicletas, los platillos voladores? Recuerdo que le gustaba especialmente el coche de bomberos, con su pequeña y tintineante campana que no paraba nunca de repicar. Al principio todos aquellos artilugios luminosos y algo estridentes le inspiraban una mezcla de temor y respeto. No tenía ningún reparo en subirse cuando estaban parados, pero tan pronto como el dueño de la atracción hacía sonar la bocina y la rueda comenzaba a girar, le entraba un vértigo desconocido que le hacía abandonar la atracción y volver rápidamente a la tierra firme. Con el tiempo llegó a coger confianza, a disfrutar incluso y de vez en cuando de una tanda completa; pero yo sabía que contaba con la complicidad de aquel hombre, que no dudaba en detener el Tiovivo si observaba algún movimiento del niño que pudiera poner en peligro su integridad.

El pasado jueves 10 de noviembre volví a la plaza Fleming, esta vez para disfrutar de los trabajos que Dani, Omar, Arturo, Elbio y José habían realizado en un taller dirigido por el artista Horacio Sapere en su estudio de ses Salines. Nada más entrar en el local en qué se exponían, Esp@ifleming, quedé gratamente impresionado del color y de las formas que aquellos chicos del Centro Gaspar Hauser habían sabido impregnar en sus composiciones, algunas de ellas de un notable valor artístico. Horacio nos explicó brevemente los pormenores de aquel taller tan especial; lo agradables e intensas que fueron las jornadas preparatorias, que consistieron en trabajar a partir de la pintura y el soporte necesario para plasmar sus creaciones, siempre sobre un plano concreto y creando un proceso hacia el volumen deseado. Él mismo resumió el resultado como "unas maravillosas cajas de poesía y unos cuadros encantadores", y definió el balance de la experiencia como sumamente satisfactorio.

Después sería Miquel Ferrà i Martorell quién se encargaría de poner voz a tan necesaria y original iniciativa. Así iniciaba su parlamento: "Se podría decir que la inspiración es la luz de la vida y que el bagaje de la creatividad, en más o menos grado, viene al mundo con cada uno de nosotros", palabras que ya dejaban entrever una inequívoca voluntad de inclusión. Más adelante habló de puertas, de hacer buena la exclamación ¡Eureka!, atribuida a Arquímedes, con la cual se expresa "la satisfacción de haber vencido una dificultad, de haber entrado accedido, en este caso a las entrañas del arte". Y no es para menos. Arturo, Dani, Elbio, José y Omar, junto con la ayuda de sus monitoras Marta, Alicia y Marga, han traspasado ese umbral de belleza y creatividad al que llamamos genéricamente arte. Y cabe por tanto felicitarles, a ellos y a ellas, y por supuesto al bueno de Horacio, por su sensibilidad y altruismo hacia quienes aparentemente solo aparentemente, hay que insistir en ello viven en un aislamiento que no constituye un obstáculo para que, con el apoyo y los recursos necesarios, se vayan abriendo puertas por donde entre el aire fresco de la normalidad y la integración.

Ferrà reivindicó efusivamente ese lenguaje de las puertas para combatir el autismo y, por extensión, cualquier trastorno que haga a nuestros semejantes personas diferentes de aquello que habitualmente aceptamos como "normal". El secreto está, pues, en ir abriendo paulatinamente esas puertas, como hizo Horacio Sapere con sus pupilos aprendices de artistas, sin prejuicios ni condiciones previas. Al salir de la exposición que puede visitarse hasta finales de mes dirigí la mirada al lugar donde hasta no hace mucho se ubicaba el Tiovivo de la Plaza Fleming. Comprendí entonces que su dueño, quizás sin saberlo, había abierto también una puerta a la discapacidad de nuestro hijo con su actitud bondadosa y comprensiva. Habría dado cualquier cosa por volver a montar en una de aquellas atracciones junto a él. Pero me sentí feliz al saber que, justo detrás de mí, alguien importante había abierto un buen puñado de puertas a otros niños como Lluís, por todo lo cual le quedé suma e íntimamente agradecido.

Compartir el artículo

stats