Tanto Ciudadanos, que apoyó la investidura de Rajoy, como el PSOE, que se abstuvo para facilitarla, han justificado su actitud con el argumento de que, al estar el PP en franca minoría en el Congreso, con sus 137 escaños, y necesitar por tanto apoyos para sacar adelante cualquier iniciativa legislativa, podrán influir poderosamente en los derroteros políticos de la legislatura.
Varios analistas políticos vimos con escepticismo aquellas pretensiones, que creíamos bastante infundadas, porque los gobiernos tienen muchos resortes para imponer su criterio (el BOE entre ellos) y de momento todo indica que el Gobierno está dispuesto a mantener la iniciativa sin compartirla demasiado, aunque ello acarree el riesgo de que se produzcan algunas situaciones de bloqueo.
El periodista Pedro Vallín ha preguntado sobre el particularen un periódico catalán a varios expertos en ciencia política. Alejandro Saiz-Arnaiz, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Pompeu Fabra, ve pocas posibilidades de que el legislativo se imponga al gobierno y advierte riesgos de bloqueo. "Las posibilidades que una mayoría en el parlamento tiene para condicionar al Gobierno son muy limitadas. Y, desde luego, tiene muy pocas de sustituirlo", dado que la moción de censura es constructiva en nuestra Constitución. Explica este especialista que los constituyentes, deseosos de no reproducir la inestabilidad de los gobiernos de la Segunda República, recurrieron a las técnicas del llamado "parlamentarismo racionalizado", que pretende precisamente fomentar la estabilidad de los gobiernos. El modelo fue el de la Constitución alemana de 1949.
El profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III Andrea Greppi, por su parte, destaca la realidad fragmentada de la oposición: "la capacidad de influir del parlamento asegura no depende sólo de la debilidad del Gobierno, sino además de la fortaleza de la oposición". Por ejemplo añade "no veo que un PSOE internamente fracturado territorial e ideológicamente esté en condiciones de asumir, al menos de momento, un papel preponderante en las filas de la oposición, generando líneas de trabajo y de discurso estables, capaces de polarizar a las demás fuerzas de la oposición". Y por otra parte añade "la debilidad parlamentaria del gobierno no creo que vaya a suponer ninguna merma en su influencia sobre la multitud de entidades que rodean al núcleo del aparato estatal y desde los que se ejerce en nuestros días gran parte del poder efectivo". Por poner dos ejemplos continúa "no veo a la desorientada oposición parlamentaria ejerciendo una presión mínimamente eficaz sobre el nombramiento de los presidentes de RTVE o del Banco de España".
La piedra de toque de la capacidad de supervivencia de la actual fórmula de gobierno será la aprobación o no de los presupuestos para 2017, ya que sería muy difícil para el nuevo gobierno adaptar su ejecutoria a unos presupuestos prorrogados y sin expectativas de salvar ese escollo en años sucesivos. Si Rajoy no logra unas cuentas públicas para 2017 después de haberlo intentado por todos los procedimientos imaginables, lo más probable es que disuelva a no muy largo plazo las cámaras (puede hacerlo a partir del 3 de mayo próximo). En cambio, si lo logra, puede darse por seguro que la legislatura durará cuatro años. No sólo por las razones aludidas sino también porque este gobierno tiene capacidad de veto en el Senado, en el que dispone de mayoría absoluta, con lo que puede frenar todas las iniciativas legislativas que acordara toda la oposición a sus espaldas.
La estabilidad depende en buena medida, como es sabido, del PSOE, por más que haya otras opciones alternativas en manos de los nacionalistas, y esta formación socialdemócrata deberá meditar si le convienen esas elecciones anticipadas que podrían reducirlo a cenizas o si le es más conveniente que perdure un tiempo este Ejecutivo. Todo indica que será esta segunda opción la preferida.
