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Llorenç Riera

Conciencia y amor propio en Podemos

Entre la conciencia por salvar y el amor propio herido, Podemos de Balears tiene, ahora mismo, muy descompensada su estabilidad y la proyección de una imagen nítida desde las instituciones en las que se implica. Ha querido dar un golpe de efecto para salvaguardar la pureza de sus actuaciones pero, al menos de momento, las reacciones a la deriva de las dos principales implicadas, no hacen más que incidir sobre el desequilibrio de un partido crecido de forma acelerada en exceso.

Xelo Huertas y Montse Seijas no cogen el teléfono para recibir la notificación de su suspensión cautelar de militancia pero, de facto, ya actúan desde la ruptura consumada aunque no oficializada. Aun procediendo de un partido asambleario, no admiten cuestionamiento alguno sobre su actuación y se autoerigen en algo parecido al núcleo auténtico de Podemos. Se proponen salvar a Podemos de Podemos. Alberto Jarabo, cuya autoridad ya no deben reconocer, no logra su propósito de que las dos expedientadas se concentren en explicar los hechos del "conflicto de intereses" generado en relación a las subvenciones públicas blindadas para el laboratorio de Bachiller.

Xelo Huertas ya ha resuelto en posición unilateral el expediente que se le ha abierto. "Soy inocente" proclama sin argumentos preliminares que fundamenten tan contundente y escueto veredicto. Es mejor juez y parte que presidenta del Parlament. Por eso mismo tiene los días contados al frente de la Cámara. Huertas se aferra a una conciencia que ya le aboca a votar con el PP. Que pida asilo en Ciudadanos o se cobije a la sombra del El Pi. Son los únicos refugios que le quedan a quien asienta sus orígenes en el PSOE.

La posición de Montse Seijas solo difiere con la de Huertas en la diferencia de rango institucional que ocupan. Apenas 24 horas después de ser suspendida de militancia, la menorquina también ha votado con el PP las propuestas de disminuir los tipos impositivos a las rentas más bajas, crear nuevos impulsos para el crecimiento económico y bajar los impuestos a los hidrocarburos. En voto, en todo caso, debe entenderse en contra de Podemos haciendo buena la creencia de que las peleas de familia son las peores.

El hecho de que Xelo Huertas no quiera lavar los trapos sucios en casa reafirma esta tesis. La presidenta saca al tendedero anuncios de querellas y denuncias contra "bastante gente", mientras Montse Seijas airea también su disconformidad con la política de Podemos. No se reconoce en el partido y aspira a mantener la esencia de la formación desde el grupo mixto del Parlament.

Se adivina mucha visceralidad y reacción precipitada donde debería abundar la serenidad, el sentido común y la transparencia. En su conjunto, la nueva política de Podemos ha madurado de forma precipitada en el invernadero de la decepción de los partidos tradicionales y tiene serios problemas para batallar bajo el sol de la realidad. Algunas conciencias han quedado trastocadas.

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