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El hombre del día

No escuché la primera fase del debate de investidura, y sí, en cambio, la segunda el sábado pasado. Creo haber contado ya que me gusta oír por radio las sesiones del Congreso y, sólo a veces, simultanear la escucha con la versión televisada sin voz. La demora de unos segundos entre una y otra subraya la boutade, la salida de pata de banco, la verdad de proporciones templarias o la memez simple, que brotan en tan solemne decorado como en cualquier otro escenario del lenguaje humano. El gesto, así, queda desprovisto de su estudiado efecto escénico y muchas veces se convierte en mera pompa de jabón. De ese modo, amén de las coreografías de aplausos en pie y broncas de bancada a bancada, contemplé, en sus respectivas intervenciones, el rostro desencajado del diputado Hernando-PSOE, el incómodo rascarse de cuello del diputado Hernando-PP, el insólitamente tranquilo semblante de la diputada Oramas, y el gesto, entre cantaor flamenco y torero citando desde los medios, del diputado Rufián, para mí, nuevo en aquella plaza.

Mi sorpresa por su sentencioso decir (amante de la anáfora, la concisión y la pausa preñada de significado), y su sentencioso orar (en el sentido oratorio), pleno de miradas cómplices que cada cual interpreta como quiere, me echó, lógicamente, en brazos de Google. Lástima que un problema temporal (espero) con mi conexión de Internet limite mi acceso a la lujuriante documentación que a estas alturas existe sobre él. Porque el hombre del día (que eclipsó incluso la cal viva del diputado portavoz de Bildu), en realidad, ya lleva rato en esto. Desde diciembre de 2015 este diplomado en Relaciones Laborales y máster en Dirección de Recursos Humanos, portavoz adjunto del grupo parlamentario de Esquerra Republicana, no sólo ha levantado un auténtico revuelo en la red, sino que cuenta con un libro: Gabriel Rufián, el polític imprevist. Permítanme citar el principio de la nota de prensa: "I qui és, aquest? D'on ha sortit?". La pregunta es repeteix des de que Gabriel Rufián s'ha convertit en un dels protagonistes de la política catalana. En poc menys de dos anys la seva imatge ha esdevingut cuotidiana". En el Congreso, vistos ya los recursos pirotécnicos de los dos partidos emergentes y a la sombra del Titanic de un PSOE que se hunde (más lento, eso sí, que su homónimo), el golpeteo del "¿No les da vergüenza?" resonaba como los pasos de Moisés bajando del Sinaí con las tablas de la ley.

Al hilo de estas fechas, recuerdo una aparición estelar hispana en un entierro. En febrero de 1937 se daba sepultura a Larra cuando un desconocido de veinte años salió a leer unos versos. Supuso la presentación de José Zorrilla, futura gloria literaria de su época. Hoy, no junto al cadáver de un suicida, sino junto al demacrado enfermo de nuestra política, las palabras de un joven diputado se vuelven trending topic. ¿Asistimos quizá al nacimiento de un futuro padre de la patria? catalana, si no española?

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