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Matías Vallés

Al Azar

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Un forcejeo de siete contra una

Las cumbres del retorcimiento verbal coronadas por la conselleria de Educación, en su distorsión de la agresión a una alumna, le llevan a inventar...

Las cumbres del retorcimiento verbal coronadas por la conselleria de Educación, en su distorsión de la agresión a una alumnadistorsión de la agresión a una alumna, le llevan a inventar el "forcejeo" de siete niños contra una niña. El acto de "hacer fuerza para vencer una resistencia" requiere la intervención activa de ambos contendientes. Sin embargo, todos los golpes del colegio de son Roca los recibió una parte, que acabó ingresada y no consta que replicara al ataque. Tal vez "paliza" era un término más apropiado, y sorprende la dejadez terminológica en profesionales educativos que han de sancionar la expresión de sus alumnos.

El "forcejeo" de la conselleria con la realidad le lleva a camuflar el número de agresores, que se hurta hasta el décimo párrafo. La claridad expositiva es lo mínimo exigible a un profesor, cuanto más a un inspector. "Alguna patada" debe traducirse por "patadas", y circunscribir lo sucedido "a un espacio de tiempo inferior a un minuto" bordea el sarcasmo. Multipliquen el número de golpes que pueden propinarse y recibirse en ese lapso por siete agresores, y el "forcejeo" adquiere dimensiones alarmantes. Pasar en un párrafo de que la niña "no necesitó ni siquiera el botiquín" a referir su "ingreso hospitalario", supondría un suspenso en el examen, por vulnerar las leyes elementales de la lógica.

En el informe de la conselleria no podía faltar la denuncia de que "el alboroto mediático ha interferido en el proceso". Acabáramos, en Cuba y Corea del Norte no tienen estos problemas. La condena se emite pese a que no había ningún periodista entre los siete agresores, ni tampoco había ningún profesional de la prensa entre quienes tenían a su cargo la vigilancia del patio. Seguramente la conselleria puede avalar la experiencia de los inspectores en asuntos mediáticos, que les permite una descalificación categórica. De otro modo concluiremos que los doctos funcionarios se comportan como tertulianos que hablan de todo sin saber de nada, y que su ligereza en este punto se propaga al resto del informe. Siempre es un alivio comprobar que los pedagogos dicen las mismas tonterías cuando hablan de periodismo que los periodistas cuando hablamos de educación.

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