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Llorenç Riera

La vivienda usada vuelve a ser habitable

La alta adquisición de residencias de segunda mano hace que la compra de viviendas en general aumente un 36% en Balears. Se rompe el equilibrio existente hasta ahora entre obra nueva y construcción antigua

La crisis económica cerró al puerta de muchas casas que ya habían sido habitadas. Dejaron de aparecer nuevos inquilinos y los tiempos no estaban para segundas residencias ni rehabilitaciones de casas que necesitaban ponerse al día. La única solución era armarse de paciencia y esperar la vuelta de épocas más propicias. Si hacemos caso a los datos del Instituto Nacional de Estadística, queda claro que las circunstancias han cambiado ya de forma sustancial y se pueden volver a habitar sin sobresaltos los pisos y chalés que durante mucho tiempo han estado cerrados. Es más, en ellos hay una nueva modalidad de inversión y negocio adaptada a nuevos comportamientos de ocio vacacional.

El auge de la demanda de viviendas de segunda mano ha hecho que en los primeros ocho meses de este año la venta de inmuebles habitables, en general, se haya disparado hasta el 36%. En estos momentos, las islas alcanzan la tasa de compraventa más alta de toda España superando ya los índices de 2008, previos a la crisis. Pero esto hace también que se rompa el equilibrio existente hasta ahora, en cuanto a transacciones inmobiliarias, entre obra nueva y de segunda mano. De las 9.305 residencias vendidas hasta finales de agosto, 7.238 han sido usadas y las 2.067 restantes de nueva construcción.

Hay una clara diversidad de factores confluyentes capaces de explicar la situación que se está viviendo ahora. Se adquiere y demanda obra antigua porque las nuevas promociones están bajo mínimos y, por regla general, destinadas a una clientela extranjera con alto poder adquisitivo y con preferencias por el litoral y las barriadas de Palma que están de moda, como Santa Catalina o El Molinar.

Pero no es menos cierto que la contrucción ya estrenada se ha convertido en una gran oportunidad de inversión, principalmente estimulada por el boom del alquiler turístico, pero también como segunda residencia. Son nuevos hábitos de comportamiento adaptados a la realidad vigente que abren una área específica de movimiento económico más allá del mercado o la oportunidad turística. Muchas de las viviendas adquiridas ya existentes necesitan ser adaptadas antes de ser destinadas a sus nuevos usos. Es un aliciente para el sector de la construcción y demás ramas profesionales vinculadas.

La recuperación de vivienda usada, en un lugar como Balears, comporta también la ventaja de un menor consumo de territorio y propicia savia nueva a algunas zonas urbanas degradas. En los núcleos centrales de muchos pueblos de Mallorca permanecen cerradas todavía muchas casas que no han podido adaptarse a los usos modernos mientras sus anteriores moradores se han extinguido por envejecimiento o se han trasladado a periferias más cómodas. La transformación de la vivienda usada, y en muchos casos deshabitada, es un proceso inacabado.

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