Diario de Mallorca

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José Carlos Llop

Tengo la solución

Frente al Caso Colón la propuesta por parte de la CUP del derribo de su estatua junto al puerto de Barcelona urge una solución mallorquina. No digo 'a la mallorquina', sino mallorquina de soca-rel o pura cepa. Hay que convocar urgentemente que Francina Armengol tome nota y no pierda el tiempo en Ferraz a los especialistas en la tesis de que Cristóbal Colón era mallorquín y se apellidaba Colom. Es más, hay que presentar en el Parlament de Catalunya las únicas dos posibilidades que existen, ya que lo del nacimiento en la italiana Génova es una solemne tontería. Recordaré esas dos posibilidades: que sea de Montuïri -defendida por Rafel Socies i Amengual, ya fallecido- o que sea de Felanitx -defendida por Gabriel Verd i Martorell-, ésta con el refuerzo añadido de que la ermita de Sant Salvador es la causa de que el primer suelo americano que pisó Colón fuera bautizado como San Salvador. Y que lo de Génova fue un recurso del mismo Colón ante los Reyes Católicos, como secreto homenaje a algún antepasado nacido en la Génova mallorquina, junto a Palma. Si la CUP acepta cualquiera de ambas tesis -que son sólo una: En Colón és nostro-, tenemos monumento salvado. Si la cosa fallara y no queda más remedio, podemos presentar una tercera, que a los mallorquines nos duele más, pero que entra en el ámbito de la cultura catalana, argumento clave para salvar el monumento. Me refiero a la vía ibicenca -Colón nativo de Eivissa-,defendida desde hace tiempo por Nito Verdera. Ejem.

La cuestión básica es que quede muy claro que Colón era -y por tanto es- de los nuestros. El doble rasero siempre ha funcionado estupendamente. Si de fuera, la desgracia; si de dentro, el silencio protector. Pasa -o pasaba- en política, pasa en la iglesia, pasa en las artes según el grado de nacionalismo. No de amor a la tierra natal, o identificación con paisaje y costumbres, sino de adscripción ideológica. O sea que conviene que descubramos rápidamente que Colón era, además de montuïrer o felanitxer (o en su caso, ay, eivissenc), un poco nacionalista. No de la corona de los reinos de España, sino un nostálgico del Regne de Mallorca. Se recogerán cartas ú otros documentos al respecto, aunque sean apócrifos. El revisionismo es una gran moda y hay que acogerse a ella para estar 'in'.

El problema que surge inmediatamente es que en el Regne de Mallorca, la esclavitud era una costumbre instaurada y un negocio. Al por menor, pero negocio. Y entonces podría tildarse de mallorquinidad el mal trato a los indios que comienza con Colón y que es la causa de la demanda del derribo de su estatua. Y hay que evitarlo porque esto si que no nos lo merecemos: ni Colom, ni nosotros. Esto de la esclavitud es curioso porque junto con ese derribo también piden la demolición de no sé qué escultura dedicada a Antonio López, marqués de Comillas -el título se lo concedió el rey Alfonso XII-, que hizo su fortuna con su naviera y el tráfico de esclavos hacia América. Lo que es peor porque pondría sobre el tapete un hecho que permanece, más o menos interesadamente, oculto: que Felipe V no sólo trajo el fatídico Decreto de Nueva Planta sino que abrió Cataluña al comercio con América potenciando la riqueza catalana con cierta donosura. Y que ese comercio tuvo una magnífica fuente de ingresos en los viajes pagados a los africanos con destino a Cuba y otras colonias. Algo así como el Imserso, pero para jóvenes y fuertes y con distracciones sadomaso a base de látigos y otros suplicios. Asunto problemático, repito, porque instauraría una leyenda negra -basada en la realidad, pero negra- incompatible con el catalanismo buenista y el sufrimiento económico padecido a partir de 1714. (Por cierto: creo que el marqués de Comillas, arrepentido -aunque tal vez fuera otro negrero catalán: lo vi hace años en un reportaje de TV3-, se hizo enterrar a la entrada del cementerio para que todos los que se adentraran en él, pisaran su tumba. La humillación, parece, no le sirve ahora de nada: demolición).

Pero la cuestión urgente es salvar a Colón del derribo o la condena en un almacén municipal. Tantas esperanzas del pasado sólo vislumbrar su figura sobre la columna, tantos recuerdos de juventud, tantas horas canallas en el Jazz-Colón... De salvar la estatua del marqués de Comillas se ocuparán, imagino, sus herederos barceloneses. O por lo menos de recuperarla, si los de la CUP se conforman con quitarla de en medio. Los mallorquines debemos hacer lo mismo con la estatua de Colón como herederos de un Colón ben nostre. De un Colón Colom. Que además, ha señalado con el dedo su origen insular desde hace siglo y medio: Mallorca. El dedo de Colón en Barcelona señala hacia Mallorca, no hacia América ni las Indias. Si los convencemos de su mallorquinidad -es decir, si hacemos como que nosotros estamos convencidos de lo que no lo estamos- tal vez se le amnistíe y salve y permanezca. Es de lo que se trata. Contra demolición: 'amnistia i llibertat i estatut d'autonomia' (de los nuestros, quede claro).

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