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Llorenç Riera

Dificultad de quitar la exclusiva al coche

No servirá de referente ni de ejemplo a seguir. Resulta también insuficiente para aplacar la mala conciencia y la comodidad, por igual, de los conductores y los gestores públicos. El Día sin Coches desvió el gran atasco hacia el nuevo centro comercial del Coll d'en Rebassa. Es su única novedad, negativa. En la ciudad permanecieron los problemas de siempre, escasez de información y de concienciación. La prohibición de aparcar en el centro quedó muy devaluada. La gratuidad del transporte público disuadió a pocos.

En pocas palabras, queda mucho por hacer para restar protagonismo y exclusividad al coche particular. Prima el individualismo sobre el sentido colectivo. Incluso en los gestores públicos que han hecho un metro despilfarrador que, según los técnicos, es el hazmerreír de Europa y ahora hablan de un transbús al aeropuerto tan ambiguo como las iniciativas de sus promotores. El tranvía sigue siendo un deseo. Las ciudades que lo disfrutan pueden dar fe de su eficacia. En Palma, nada que estorbe al coche puede prosperar. Los carriles bici son testimoniales, las vías de atención preferente para vehículos colectivos se descoloran. Y eso que es una ciudad hecha a medida para peladear. A lo sumo, para usar la motocicleta. Es una de las muchas cosas que explica Ricard Riol en la entrevista que hoy publica Diario de Mallorca.

Riol es desde 2007 presidente de la Associació per a la Promoció del Transport Públic y ha venido a Palma para participar en las jornadas sobre movilidad sostenibles que ha organizado el ayuntamiento. Parece haber pateado la ciudad. Por lo menos, le tiene tomada la medida. Ha descubierto en ella la vigencia de la tiranía del coche y advierte que se debe actuar antes de que sea demasiado tarde. Debemos empezar por convencernos, de una vez por todas, de que las calles están hechas para la convivencia de los distintos tipos de transporte con el peatón. Nada tiene sentido si el urbanismo no se coordina con la movilidad sostenible. Y si el transporte público no gana prioridad con respecto al privado. Las preferencias se decantan hacia el bus con vías exclusivas porque de este modo alcanza un alto nivel de servicio. Por tanto, ganará aceptación por parte del usuario.

El coche es avasallador. El derecho a disponer de él no puede impedir la presencia progresiva de la bicicleta en una ciudad que tiene las distancias ideales para ella. Se habrá conseguido algo en el momento en que la flota de coches que colapsan Palma empiece a decrecer. No será sin transporte colectivo eficiente que deberá tener en cuenta las enormes carencias de las que adolece toda Mallorca en este aspecto. La isla tiene rutas radiales a partir de la Palma acaparadora. La solución se decantará hacia unas redes en las que se pueda cambiar de transporte con buena frecuencia.

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