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Cuaderna

Las varas y la jura

Las varas. De qué estamos hablando. Estamos hablando de dos varas de medir en relación a los presuntos casos de corrupción. Si, presuntos, ya que de momento ni en el caso Rita, ni en el caso ERE hay sentencia firme.

En el primer caso, el de Rita, se trata de un presunto delito de blanqueo de capitales, que tiene su origen en que la exalcaldesa de Valencia donó mil euros de su bolsillo de su cuenta corriente al Partido Popular, y este, presuntamente se los devolvió en dos billetes de 500 euros. Como ven no se trata de haber puesto la mano en la caja, o de haber obtenido prebenda alguna por adjudicación de obra, de tráfico de influencias, o de beneficiar a sus amiguetes por parte de la señora Rita. Se trata de haber, presuntamente, posibilitado al Partido Popular blanquear mil euros de procedencia no determinada.

Pues bien, si uno atiende de forma imparcial a este hecho convendrá conmigo que lo de la senadora es una broma, comparado con los casos Gürtel, ERE, cursos de formación o el presunto 3% de los convergentes catalanes capitaneados, presuntamente, por la familia Puyol. No obstante ello a Rita se le crucifica, se le persigue noche y día, se le insulta, se le dedican portadas de periódicos y programas monográficos de televisión, e incluso concita la unanimidad de todos los partidos políticos incluido el Partido Popular de Valencia para exigirle el acta de senadora.

En pocas palabras, a Rita se le aplica garrote, sumario popular y condena mediática. A los ERE, convergentes, Monederos, Rita Maestre de Podemos?, se le aplica varita en el peor de los casos, o bien aplausos, manifestaciones de apoyo, e incluso homenajes públicos como el ofrecido al exterrorista Otegui. Será que Rita es mucha Rita y no le perdonan que haya ganado en su ciudad del alma, Valencia, en seis ocasiones, de las cuales, cinco por mayoría absoluta.

Estas son las dos varas de medir, garrote y varita, a la hora de enfrentarnos a la corrupción. De ahí la necesidad de un pacto de Estado entre las formaciones políticas para que la corrupción deje de ser arma de destrucción política de unos partidos contra otros, para pasar a ser lucha permanente para su erradicación total, trátese del partido que se trate.

La jura. Mis paisanos, los de Més Menorca, plantearan una proposición no de ley para, cito textualmente, "instar al Gobierno y a Defensa que dejen de organizar la jura de bandera española para civiles en Balears y en el resto del Estado". Nótese que no se atreven a decir "en el resto de España" porque para ellos parece que España es un concepto jurídico indeterminado. Convendrán conmigo que tiene guasa. Es más, la motivación esgrimida por Més es que "estos actos constituyen una provocación porque fomentan el españolismo y generan división". Qué te pareix.

Ante tal derroche de materia gris por parte de los cabezas pensantes de Més, cabe preguntarse si no han reparado en la gran contradicción que supone tal iniciativa, tomada por un partido que precisamente vive de dividir a los ciudadanos de las islas en general y de Menorca en particular, entre españolistas y menorquinistas. Un partido que precisamente tiene todo su derecho apoya el proyecto totalitario y dictatorial de secesión iniciado por los partidos separatistas de Cataluña. Un partido, Més, que además toma la iniciativa de iniciar los pasos para que Menorca deje de ser española, con el objetivo último de que en un futuro, pueda formar parte de la "República dels Països Catalans". Sobran las palabras. Vivir para ver, como diría Alfredo Amestoy.

Por mi parte y por el afecto que tengo, en lo personal, a muchos de sus dirigentes en Menorca, les diría que siempre hay tiempo para hacer el ridículo y que por tanto retiren esta iniciativa. La pueden sustituir por otras más productivas, encaminadas a defender el interés general de los menorquines, como puede ser exigir un reparto equitativo por islas de los fondos públicos que maneja la comunidad autónoma; o defender el sector lácteo de Menorca, que afecta directamente al mantenimiento de nuestra ganadería y por tanto a nuestro patrimonio natural; o bien, tomar la iniciativa de ejecutar un plan de rentabilización de la industria menorquina, con apoyo claro y directo a los emprendedores de la isla?

Dejemos en paz a las banderas y que cada ciudadano, libremente, abrace y jure lealtad a lo que estime oportuno y conveniente. Yo, como siempre, tengo izadas tres, la de España, la de Balears y la de Menorca, que son las mías, las nuestras; y además, las oficiales y constitucionales.

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