Diario de Mallorca

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Una vez más, las encuestas apuntan hacia la caída en votos y escaños, claro del Partido Socialista, esta vez en los parlamentos de Euskadi y de Galicia. Una vez más, puede que las encuestas se equivoquen, y a eso se aferra el secretario general del partido que es el responsable, y todo apunta a que no sólo por razones formales, del descalabro. Pero si la tendencia continúa llegará el momento en que se produzca no ya el famoso sorpasso sino la reducción de los socialistas a un partido irrelevante.

Algo en esa línea está sucediendo ya desde que Sánchez es el cabeza de lista de la oferta electoral del PSOE. Las dos últimas elecciones han supuesto un récord negativo para los socialistas, que alcanzaron en la cita con las urnas del 20 de diciembre de 2015 el peor resultado de su historia desde la restauración de la democracia, para caer aún más el pasado 26 de junio. Y puede que lo más dramático de esa pendiente resbaladiza en la que se ha metido la formación política más relevante de estos tiempos constitucionales, la que más ha gobernado y la que ha dado los pasos de mayor importancia en los avances hacia la normalidad en España, sea que sus líderes no parecen enterarse. Está por ver que se produzca una reacción capaz de cambiar la caída hacia la nada.

En un país europeo de lo que más cuentan, Francia, Alemania o el Reino Unido, cualquier cabeza de lista que hubiese sacado los resultados del PSOE del 20D habría presentado la dimisión. De negarse, y haber reiterado la caída de escaños y votos del 26J, entonces ya no hubiese sido necesario siquiera que se fuese porque le habrían echado. Pero que España es diferente se ve incluso en este asunto. Perder las elecciones, caer hasta lo más bajo que se recuerda y sacar pecho intentando formar gobierno es, como mínimo, peculiar. Por no usar términos más fuertes y adecuados.

Se dice que los socialistas están recogiendo los lodos que sembró Zapatero con su presidencia desastrosa. Sólo así se comprende que el PSOE se desgaste de la manera en que lo está haciendo incluso estando en la oposición. Pero de ser así lo último que necesitan los socialistas es que aparezca alguien capaz del milagro de elevar al señor Zapatero a la condición de estadista si se compara con el líder que tienen ahora. Como mejor estrategia para las elecciones nuevas que se nos echan encima Sánchez repite que votará una y mil veces que no en la investidura de Mariano Rajoy. Parece obvio que no sabe ni contar ¿Mil veces? No va a disponer de tantas oportunidades; ni siquiera de media docena más. Si las encuestas no se equivocan tanto como de costumbre, si los socialistas se hunden en Galicia y Euskadi y siguen con la sangría de escaños en las Cortes cuando se tenga que votar de nuevo, es probable que allí termine a la carrera como líder del PSOE para Pedro Sánchez. Con la duda de si para entonces los socialistas podrán volver a ser un partido relevante.

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