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Llorenç Riera

La zancadilla hotelera a la ecotasa

Cuando las cosas se presentan fáciles y logran unos niveles de consenso y aceptación poco habituales en estos lares, conviene interceptarlas con una zancadilla porque, de lo contrario, parece que no tienen importancia y que uno ha perdido capacidad de influencia y control. Además, aunque no sea con niveles de corrupción, el Govern está para plegarse a los poderes fácticos, a los intereses gremiales y marginar el interés general. Tampoco puede legislar para distribuir beneficios y tutelar el medio natural con fórmulas que han obtenido notables ventajas en latitudes próximas a este archipiélago turístico plegado a la conveniencia de las grandes cadenas de alojamiento residencial.

Esto es lo que debe pensar la Federación Hotelera de Mallorca. Pisarle el terreno o inmiscuirse en sus asuntos es atrevimiento grave que, en el mejor de los supuestos, se purga con pleito. Se derrumba la tesis según la cual esta vez los hoteleros no presentaban oposición frontal a la ecotasa. Actúan en silencio, así se evitan la queja social y no deterioran tanto la imagen. Incluso regatean explicaciones sobre sus decisiones y comportamientos. La opinión pública no las merece. Es la actualización de los estamentos. De todos, sociales, empresariales y económicos.

La Federación Hotelera anuncia que ha recurrido el contenido del reglamento del Impuesto de Turismo Sostenible ante la sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Balears. Avanza que irá a más y que antes de que acabe el plazo registrará una demanda contra el tributo. No hay más explicaciones, los argumentos de justificación se remiten al momento de entablar el pleito.

La noticia llega dos meses y medio después de que la ecotasa haya entrado en vigor sin sobresaltos significativos y cuando el comité ejecutivo del impuesto logra la unanimidad para destinar la recaudación a finalidades medioambientales, mejora de las redes hídricas y proyectos innovadores que están en perspectiva de obtener el respaldo financiero de la Unión Europea. ¿No les interesa eso a los hoteleros? ¿Han vuelto a ver en la ecotasa un elemento de control antes que un instrumento de participación responsable del turista en la salvaguarda del medio natural y de las infraestructuras que usa?

Urgen las explicaciones del comportamiento hotelero. Mucho más en la temporada en la que se están batiendo todos los récords y previsiones de reserva y venta de plazas turísticas. La ecotasa no espanta al visitante concienciado y con poder adquisitivo esencial, precisamente el tipo de tipo de turista que interesa a Balears. Habrá que desvelar de una vez por todas el gran misterio según el cual la ecotasa puede ser útil, legal y reconocida en sitios vacacionales análogos a Mallorca y no puede serlo aquí. Esto, según los celosos hoteleros, claro.

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