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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Mi primera Diada millonaria

El hecho histórico inaugural tiene la ventaja de la pureza, la imposible comparación intensifica la experiencia. Así nos sentíamos, sin saberlo, en la Diada...

El hecho histórico inaugural tiene la ventaja de la pureza, la imposible comparación intensifica la experiencia. Así nos sentíamos, sin saberlo, en la Diada barcelonesa de 1977. Estrenó el concepto del "millón de manifestantes", comprobábamos in situ qué significa verse arrastrado por oleadas humanas. Acabó a tiros de goma, los famosos grupúsculos. Aquel embrión coronó todos sus objetivos, la Generalitat en libertad, una amnistía generosa y un Estatut tramitado en apenas dos años. En mi currículo no figuran más Diadas, hace cuarenta años las cantaba el mismo Lluís Llach que hoy las gobierna con rango de diputado de la coalición en el poder.

Como átomo accidental del primer millón de manifestantes de la Diada, me sorprende que se ausculte el grosor de las sucesivas entregas multitudinarias. En un país sin mayoría de nada, según demuestra la imposibilidad de formar Gobierno, tampoco el independentismo es mayoritario. Esta limitación no abarata su fortaleza de fuerza más votada, con PP y PSOE en márgenes residuales. Ni la dramática derrota en vísperas del Barça ante el Alavés entibió asistencias masivas. ¿Todos ellos desean la independencia? Desde luego que no. ¿Todos ellos rechazan el Gobierno de Rajoy? Desde luego que sí. La cuota de independentistas se ha doblado desde 2011.

Solo Podemos ha frenado el entusiasmo soberanista, pero es notorio que no se le debe reconocer ni una virtud. Por tanto, se manejan argumentos rabiosamente raciales, que nadie se hubiera atrevido a esgrimir en 1977. Provienen de los mismos labios que dictaminan con sabiduría que "el futbolista que se encuentra a disgusto en su club, acaba por marcharse". La política está obligada a lidiar con la realidad. Cuando pretende fabricarla, recibe otro nombre. Suárez reaccionó de inmediato al millón de manifestantes, pavimentando así medio siglo de democracia. Para el Informe semanal de la televisión de Rajoy, el único 11S tiene que ver con Nueva York. Alérgico a las verdades absolutas, Richard Rorty proponía "volver a describir la historia en términos que hagan que la democracia parezca deseable". Sustituyan "democracia" por "España" y hallarán la solución. Sin disolución.

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