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Llorenç Riera

La tragedia vuelve a las carreteras

Las mejoras producidas en los últimos años en las carreteras de Mallorca, los avances en la seguridad mecánica de los vehículos y probablemente el mayor sentido de la responsabilidad de los conductores, habían hecho que en los últimos años se redujera de manera satisfactoria el número de siniestros en la red viaria de la isla. Sin embargo ahora, sin saber muy bien porqué, esta tendencia se vuelve a romper al ser invadida por una nueva ola de siniestralidad que, tanto si es fortuita como causal, ya se vuelve alarmante. No se puede bajar la guardia ni dejar paso a la relajación en lo que respecta a la seguridad vial. Accidentes, solo los inevitables y con todos los atenuantes posibles.

El de ayer quedará marcado como un día negro en las carreteras de Mallorca. Cuatro miembros de una misma familia, un matrimonio de turistas alemanes y sus dos hijas perdieron la vida en un choque frontal en la carretera de Artà a Alcúdia, a la altura de la entrada del Rancho Grande, junto a la possessió de Son Serra de Marina, casi a la sombra del singular campanario de la iglesia del lugar. No es el punto más peligroso de una carretera que en verano tiene una gran densidad de tráfico. Cerca del lugar del dramático siniestro hay cruces sobre curvas y cambios de rasante.

Hay que remontarse una década atrás, a 1997 para hallar un accidente de la dimensión y gravedad del de ayer. Sus características recuerdan que el peligro puede estar cualquier día en cualquier lugar. Pero tiene muchas menos posibilidades de causar la tragedia si se han establecido medidas de seguridad y se actúa con precaución. Sin distracciones.

Esta claro, de todos modos, que la situación de las carreteras de Mallorca y de la conducción en general, ha aniquilado en los últimos meses el control y reducción de la siniestralidad que se venía produciendo. Las causas son, con toda probabilidad, diversas y tendrán que ver con el incremento de la densidad del tráfico en una temporada de máxima ocupación turística y un menor celo de los conductores. Todo ello sin olvidar que en las vías públicas de la isla continúan existiendo verdaderos puntos negros. Dos de cada tres decesos por accidente de tráfico que se han producido en el último año han tenido su origen en vías convencionales.

Resulta alarmante que las muertes hayan aumentado un 33%. Si sumamos las de ayer, en lo que va de año se han producido 37. Son una docena más que en el mismo periodo de 2015. Además, resulta significativo que se hayan triplicado entre jóvenes de 18 a 30 años. Con este vuelco negativo, Balears se ha incorporado al grupo de las diez comunidades españolas en las que más ha crecido la mortalidad por accidente de tráfico.

Habrá que tomar las medidas necesarias para que la curva vuelva a adquirir sentido descendente. La responsabilidad del conductor es alta en este sentido, pero también necesita contar con el soporte y el estímulo de la Administración. Porque cada vida es irrepetible y única. Y la carretera no puede ser un cementerio.

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