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El mundo al revés

El dislate se generaliza: el Bundesbank ha institucionalizado los tipos de interés negativos, es decir, el cobro de intereses a los impositores, que ya no recibirían retribución alguna por su dinero sino al contrario. El consejero de la entidad y responsable de supervisión bancaria, Andreas Dombet, ha admitido que "los servicios financieros no pueden ser gratuitos si los bancos ya no ganan un margen de intereses". El Bundesbank prefiere que los bancos cobren comisiones por sus servicios pero no se opone a los intereses negativos.

El asunto es arduo, pero los ciudadanos tienen/tenemos derecho a que no se nos hurte el sentido común en el funcionamiento de las instituciones. El papel de los bancos consiste en tomar dinero excedente de quien lo tiene disponible e invertirlo en actividades productivas o prestárselo a terceros con el fin de obtener una rentabilidad de la que se beneficien los titulares del capital. Y si los bancos no saben o no pueden realizar semejante proceso, lo que deben hacer es desaparecer y los banqueros dedicarse a otra cosa. El viejo calcetín tiene más sentido que el expolio.

En cualquier caso, es inquietante que hayamos llegado a esta situación, y que ni los titulares del poder político ni los reguladores se inmuten por ella, como si todo fuera normal. Todo indica que estamos viviendo el silencio inquietante que precede a los terremotos.

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