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Joaquín Rábago

Exportamos armas e importamos refugiados

Exportamos armas e importamos refugiados. No puede haber mayor cinismo, denuncian las organizaciones no gubernamentales que, como Médicos sin Fronteras, tratan de paliar como pueden la destrucción y miseria que causan nuestras armas. Por ejemplo, las que produce la filial italiana del gigante alemán del armamento Rheinmetall Defence y que utiliza la coalición de países árabes que lidera Arabia Saudí en la guerra civil del Yemen, según ha podido documentar la ONG de derechos humanos Human Rights Watch.

"Italia participa de esa forma indirectamente en esa guerra entre los rebeldes hutíes, chíies a los que apoya Irán, y las fuerzas gubernamentales, a quienes sostiene el poderoso vecino sunita, que ha desplegado allí aviones, tropas terrestres e impuesto un bloqueo aéreo", escribe el semanario italiano L'Espresso. La coalición saudí, como tantos otros participantes en las guerras modernas, no parece respetar nadar, ni siquiera los hospitales, lo que ha obligado a Médicos sin Fronteras a anunciar la retirada de su personal de seis de ellos en el Yemen de Norte tras el último bombardeo, el cuarto desde el comienzo de la intervención saudí, en el que murieron diecinueve personas, entre ellas uno de sus colaboradores.

El fabricante italo-germano acusado por el semanario se llama RWM Italia Spa, y tiene su sede en Domunosvas, en la isla de Cerdeña, de donde han salido, entre otras, varios miles de bombas del modelo MK83, de caída libre, utilizadas por la fuerza aérea saudí contra los insurgentes hutíes. El valor de las armas fabricadas allí se triplicó con creces el año pasado, según el citado semanario, que recoge la denuncia de otra ONG relativa al embarque de "varias toneladas de artefactos bélicos y municiones desde el aeropuerto civil de Cagliari Elmas en un Boeing 747 de la compañía Silk Way, de Azerbaiyán, con destino directo a Arabia Saudí".

Según la misma, diversos "documentos y comunicados diplomáticos demuestran el envío de componentes de bombas desde el territorio de la Unión Europea a la península arábiga. Otras piezas salieron del puerto de Génova con destino a Yeda, Arabia Saudí, desde donde partieron luego por tierra a Dubái y desde allí a un centro de producción de armas de Abu Dabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos. En Alemania, el partido de izquierda Die Linke ha exigido explicaciones por tratarse de armas de la filial de una empresa de ese país, pero el ministerio alemán de Economía, que dirige el socialdemócrata Sigmar Gabriel, ha declinado toda responsabilidad con el fácil argumento de que se trata de "exportaciones italianas".

Interpelado también al respecto en su Parlamento, el titular italiano de Asuntos Exteriores, Paolo Gentilone, se limitó a explicar que "Italia respeta obviamente las leyes de nuestro país, así como las regulaciones de la Unión Europea en lo que respecta tanto al embargo como a las armas prohibidas". No sólo ese ministro, sino también el jefe del Gobierno italiano, Matteo Renzi, han volado recientemente a Arabia Saudí para firmar acuerdos bilaterales con ese país, que es el principal socio comercial de Italia en el Golfo y el cuarto proveedor de petróleo, sin que la aplicación cotidiana allí de la pena de muerte estropee tan suculentos negocios.

Según el Centro Legal para los Derechos Humanos y el Desarrollo, una ONG local, son ya más de nueve mil las víctimas mortales de la guerra del Yemen, en su mayoría civiles, cerca de 17.000 los heridos, en su mayoría civiles, y casi dos millones y medio, los desplazados de sus hogares. Por supuesto que Italia no está sola en su apoyo a Riad, sino que varios países occidentales participan en la venta de armamentos a Arabia Saudí, entre ellos España, que en el primer semestre del año pasado batió incluso un récord histórico gracias a la exportación de dos aviones de reabastecimiento en vuelo y repuestos y piezas de motores para aviones de combate.

Según el Congreso de Washington, entre mayo y noviembre del año pasado, Estados Unidos vendió a Arabia Saudí armamento por un total de 20.000 millones de dólares, incluidas las tristemente famosas "bombas de racimo", que por su enorme poder de dispersión causan estragos entre los civiles. Y también el Reino Unido figura entre los principales suministradores de material bélico al país aliado, como denuncian los activistas de la campaña contra el comercio de armas.

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