Diario de Mallorca

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Juan José Millas

Tierra de Nadie

Juan José Millás

Escenas de verano

Dentro de la piscina hay un señor gordo hablando por teléfono sin que el socorrista le llame la atención. En el recinto hay un grupo de mujeres y un grupo de hombres. Estos últimos son los maridos de las anteriores. Los matrimonios llegan a la piscina en pareja, pero al poco se separan y los hombres se reúnen con los hombres y las mujeres con las mujeres. Al señor gordo que habla por teléfono dentro de la piscina le llega el agua por la cintura, aunque a ratos se agacha para mojarse el pecho y el cuello. Todo ello sin dejar de hablar. Me dicen que es un viudo recién llegado a la comunidad.

-¿Y con quién habla? pregunto.

-Con su madre.

Me acerco un poco y escucho la siguiente frase:

-Ya lo sé, mamá, unos zapatos limpios son unos zapatos limpios.

Cuando voy en el metro, me fijo en los zapatos de la gente. Hay zapatos heridos y zapatos tristes y zapatos con depresión y zapatos con enfisema bronquial. Los zapatos tienen sus bronquios, como todo el mundo, y su hígado, y sus riñones. Invisibles, desde luego, pero tan reales como el páncreas de usted o el mío. A veces, en medio de la noche, me despierta la respiración de uno de mis zapatos: el izquierdo del par negro. Los zapatos negros son más proclives a las enfermedades pulmonares. Tuve un profesor de religión que fumaba mucho. Cuando se murió, le hicieron una misa de corpore insepulto, con los zapatos puestos, y daba pena verlos. Probablemente se habían muerto antes que él. No es raro que la gente lleve zapatos muertos. Y al revés: que entierren a los difuntos con zapatos vivos.

Estoy dándole vueltas a estos asuntos, tumbado al sol, cerca del gordo viudo que se encuentra dentro de la piscina, parloteando con su madre, cuando se me acerca un niño y me pregunta dónde está mi mujer. Le digo que se ha quedado en casa y veo que vuelve con sus amigos, a los que dice no sé qué señalándome. Luego se tiran todos juntos al agua y salpican al viudo, que sonríe complaciente. Resulta que lleva el teléfono envuelto en una especie de preservativo. Quince minutos más y me largo a tomar un gin tonic.

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