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Miguel de la Quadra Salcedo perdió no sé si la medalla de oro de lanzamiento de jabalina en una olimpiada o un récord mundial porque antes de arrojar la vara preguntó a los jueces de la competición si era legal dar vueltas sobre sí mismo durante la carrera de aproximación a la línea de salida.

Con esa técnica de giros enlazados, de la Quadra era capaz de alcanzar una distancia inimaginable por los medios corrientes, tan grande que hasta podía poner en peligro a los espectadores que imaginaban estar a salvo. Pero, pese a que el reglamento no establecía nada acerca de la manera como se debía correr antes del lanzamiento, los jueces le dijeron que no, que no podía hacerse de semejante forma. Por ser un señor, de la Quadra se quedó sin la gloria deportiva.

Otros atletas se han limitado a hacer las cosas a su manera sin arriesgarse a consultarlo de antemano y les ha ido mejor. Dick Fobsbury cambió la manera de realizar el salto de altura en la olimpiada de México de 1968 dándose la vuelta en el aire y pasando el listón de espaldas; ganó el oro e impuso una técnica nueva que la mayor parte de los saltadores sigue hoy. Y en los juegos de este año en Río de Janeiro Shaunae Miller se ha hecho con el primer puesto en la final de los 400 metros tirándose en plancha en el último momento. No se sabe si lo tenía planeado, y ni siquiera si fue algo voluntario o tropezó al dar los pasos finales, pero lo hizo y ganó. Quizá de haber realizado una consulta previa estaría hoy descalificada.

Los anglosajones tienen una expresión proverbial para poner de manifiesto que nunca hay que preguntar antes de probar fortuna: It is better to beg for forgiveness than to ask for permission. Es mejor pedir perdón que pedir permiso. Sobre todo porque pedir perdón no pasa de ser una forma ritual de salir del paso, sin consecuencia alguna, mientras que pedir permiso conlleva el riesgo de que no te lo den. Todo el mundo ha padecido algún atropello proveniente de quienes hacen las cosas así, con lo que resulta fácil entender de qué estamos hablando.

El mundo actual es vasallo de las formas de hacer anglosajonas y ya nadie pide permiso para nada, aunque también hay que reconocer que cada vez se pide menos perdón ni siquiera por los pisotones. Esa cadena hacia el desparpajo es menos un indicio de frescura que una falta de educación y supongo que, desde el punto de vista actual, lo que hizo de la Quadra sería considerado una estupidez. Adelante con los faroles, que si alguien se molesta ya protestará. Pero yo al menos prefiero las reglas de comportamiento anteriores, el poner por delante el respeto de las formas. Supongo, de nuevo que también eso es considerado una verdadera gilipollez y, de hecho, estamos cerca de que se multe a quien pida permiso para hacer cualquier cosa. En especial si anda por medio alguna autoridad municipal.

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