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Matías Vallés

Cooper Walz es mallorquín

La primera lectura de este titular apunta en su literalidad a la asepsia quirúrgica de los comentaristas, que constatan la mallorquinidad de Marcus Cooper Walz porque así lo señala su ficha técnica. Ya está bien de hipocresía, alguien llamado XTW45&&G no puede enrolarse automáticamente en la isla. Si a un mallorquín le da por apellidarse Miklankova Horecny, y estoy poniendo un caso extremo, tiene que dar explicaciones. Muy claras. Máxime cuando la gelidez de los bustos parlantes incluye la presunción abusiva de que haríamos mallorquín a cualquiera con tal de ganar una medalla.

En la segunda lectura de este titular, usted cree detectar la carga irónica de mallorquinizar unos linajes irreconciliables con la isla que habitan. Marcus Cooper Walz es mallorquín, ja. Sin embargo, la mitad de los residentes en Mallorca ni siquiera se han tomado la molestia de nacer en ella. La proporción es tan brutal que en la purísima Euskadi solo alcanza el 25 por ciento. Somos el mayor crisol europeo, encontrar a un ejemplar con ocho apellidos mallorquines es más difícil que encontrar ocho políticos incorruptos del PP.

La tercera lectura es la más enrevesada, por eso nos gusta. Asumimos la versión profiláctica y la hiriente, para demostrarles que Cooper Walz es un mallorquín radical a pesar de sus apellidos y gracias a su comportamiento sobre las aguas. Por sus obras les conoceréis. La estrategia de no sobresalir en la competición, de disimular la potencia real, de aguardar en la quinta posición cuando se llega al tramo definitivo, es esencialmente mallorquina. El palista de Portopetro ha llevado al extremo la presunta indiferencia insular, la tranquilidad pasmosa en el instante decisivo. Si ves a un mallorquín nervioso, no temas nada. Pero si está tranquilo, ponte en lo peor. El "de dónde sale este tío" que traducía la mirada de sus rivales al sorprender su pujanza inesperada, denota la impronta del indígena de Mallorca. Más valdría que los patriotas olímpicos se preguntaran por qué solo obtienen medallas de oro los españoles mallorquines, y no los españoles a secas. Porque Marcus Cooper Walz no solo es mallorquín, tal vez sea el último de la especie.

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