Diario de Mallorca

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Lee uno el diario, cualquier diario, y si dejamos de lado los disparates del patoso Donald imaginando la conspiración de turno en la última salida de tono Trump asegura que si pierde será una prueba irrefutable de que las elecciones estadounidenses están amañadas sólo nos queda la olimpiada de Río de Janeiro dentro de las pocas noticias que parecen tener lugar.

Ya estamos en que en verano la información anda también de vacaciones, en que los periódicos adelgazan y en que, dadas las circunstancias, las crónicas han de dedicarse a lo más banal. Antes el principal asunto veraniego era el de los concursos de misses de cualquier localidad, que ganaba siempre la hija del alcalde. Ahora, con la economía como fuente de las mayores banalidades imaginables, las crónicas hablan año tras año de lo bien que va la ocupación hotelera. Pero este año tocan olimpiadas y el diario se llena casi por sí solo gracias a las medallas, los records, lo que le ha faltado al español de turno para alcanzar el podio siempre le faltan, ¡ay!, unos centímetros o unas décimas y lo injusto que es que los demás queden por delante.

Como semejante historia da para poco, y hay que repetirla, encima, día a día durante todo el tiempo que duran los juegos, los reporteros más avispados buscan aliviar el tedio con eso que se llama el lado humano de la noticia. Nos enteramos así de que una corredora chilena de maratón tuvo la pobre una infancia desdichada, otra atleta peruana retiene líquidos, vaya por Dios, y que el nadador norteamericano Phelps no quería ir a Río de deprimido que estaba pero se llenó de ventosas y, no se sabe si gracias a ellas, lleva ganadas más medallas que la Península Ibérica España y Portugal en toda su historia. Por lo demás, lo que ya se veía venir: Usain Bolt sale mal y corre de manera torpe pero llega el primero a la meta, cosa que pone de manifiesto la otra conspiración, ésta de verdad, que existe contra nuestros deportistas. Salen bien, lucen palmito y quedan por detrás.

Una vez que se termina el repaso de la alegría de los dueños de las medallas y de las penalidades del resto las olimpiadas dan para poco. Ni siquiera los augurios de catástrofe por lo mal organizados que estaban los juegos de Río han proporcionado ningún titular. ¿Qué haremos, pues, tras la ceremonia de clausura? ¿Cómo llenaremos nuestras ansias de noticias hasta que comience la liga de fútbol? Empezó ya en Inglaterra pero lo único que llegan de allí de momento son las quejas de Guardiola por lo difícil que es la Premier, cosa por otra parte ya sabida. Quizá la solución nos la brinde la justicia francesa, que ha prohibido el burkakini, es decir, que las mujeres se bañen vestidas, alegando que se trata de un símbolo religioso y hasta ahí podíamos llegar. El suspense está servido. ¿Cuánto tardarán las playeras con marido fundamentalista en meterse en un traje de neopreno y decir que lo que quieren es ponerse a hacer surf?

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