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Llorenç Riera

Peligro veloz en las carreteras de Balears

Si las islas han disparado en los dos últimos años su captación turística, es lógico que, como se constata a diario, se haya multiplicado en la misma proporción la circulación rodada en sus vías públicas. Tráfico autóctono y comercial llegado por vía marítima se confunden con los incontables coches de alquiler para crear el gran atasco, reducir velocidad y, por el mismo efecto, incrementar tiempo de recorrido. Pero no queda todo estático en el gran embotellamiento.

Por extraño que parezca, las carreteras insulares de Balears dan para mucho más. Incluso para comportamientos continentales transformados en moderado incremento de velocidad al volante. Es el efecto de autovía que se considera y es tratada como autopista por sus usuarios. De lo contrario, no se explicaría que el mayor número de sanciones de tráfico que se imponen en este archipiélago sean por exceso de velocidad y que éstas se hayan triplicado con creces en los dos últimos años. Los radares esparcidos por la geografía isleña cazan una media de 182 conductores diarios que pisan el acelerador más de lo permitido. El año pasado se llegaron a poner más de 66.000 multas por este concepto. En 2013 fueron 26.269. Curiosamente, la carretera entre Manacor y Porto Cristo, esa ruta en la que tantas veces los coches circulan en caravana, se lleva la palma. Es donde más multas se ponen y su kilómetro 5,2 se ha consolidado como campeón balear de localización de infractores. Una de cada tres multas se pone en el entorno de Manacor. Después de la capital del Llevant, la infracción circula preferentemente por la autopista de Ponent, la carretera de Pollença, el enlace Inca-Palma y las proximidades de Llucmajor. Sabemos, por tanto, dónde está el doble peligro, el de ser multado y el más grave de verse implicado en un accidente de tráfico.

Es un comportamiento de los conductores del que la Administración saca tajada económica. Teniendo en cuenta que la multa menor por exceso de velocidad es de 100 euros y la mayor de 600, se calcula que el Estado puede recaudar ya al año 6 millones de euros por este concepto en Balears. Tampoco está claro que ello revierta en la mejora de la seguridad de las carreteras de estas islas mal financiadas. Vista la experiencia, más bien nos atreveríamos a afirmar lo contrario.

Los conductores de Balears y en Balears pisan el acelerador pero no llegan a hacerlo con pies de plomo. Es el mero impulso de individualismo, de la prisa que no va a ninguna parte, de la comodidad y del exceso de confianza en la mecánica. Por eso las islas no están en los primeros puestos nacionales de las comunidades en las que los chóferes circulan a mayor velocidad. Ni son quienes más puntos del carné pierden por el mismo motivo. De todos modos, no se puede minimizar en modo alguno el hecho de que el año pasado se pusieran 66.000 multas.

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