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La estancada clase media a la que tienta el populismo

Las clases medias bajas de los países avanzados son los perdedores de la globalización y el caladero de votos de los nuevos movimientos populistas, ya estén liderados por Trump, por Le Pen o por Farage, el líder eurófobo que una vez conquistado el Brexit ha renunciado a gestionarlo.

El economista serboestadounidense Branko Milanovic es una referencia en los estudios sobre el reparto de la riqueza y la desigualdad. En las 320 páginas de su último libro que traducido al español se titula Desigualdad global: una nueva aproximación en la era de la globalización aporta, sin citarlas textualmente, las claves económicas del ascenso del populismo.

Milanovic demostró en anteriores trabajos que las diferencias de renta que se daban hace dos siglos dentro de cada país, a finales del siglo XX se registraban sobre todo entre países. Es decir, que si hace doscientos años uno quería saber si una persona era rica o pobre, le preguntaba cuál era su oficio; mientas que en el año 2000 era preferible preguntarle de que país procedía.

Ahora, en su nuevo libro, el economista de la City University de Nueva York sigue buceando en las encuestas de presupuestos familiares, pero centrándose en el periodo 1988-2008, en que ya se aprecian con nitidez los efectos de la globalización galopante. Analiza veinte países y, en uno de los gráficos más elocuentes, ordena a la población global según sus ingresos por percentiles, de menos a más, y en cada uno de ellos muestra el cambio de los ingresos reales en el periodo de veinte años.

El resultado es una gráfica en forma de elefante (imagen superior) que revela, por ejemplo, que el 2% más pobre experimentó un aumento de ingresos de más del 20% y que las personas situadas en el punto medio (el percentil 50) registraron un aumento de cerca del 70% entre 1988 y 2008. Parece un éxito económico, pero hay que tener en cuenta que esa "clase media" es la global y no la de los países avanzados. Es la nueva clase media emergente de China e India. Para encontrar la clase media de los países desarrollados, como España, hay que avanzar hasta el percentil 80 y ahí se aprecia que no hay crecimiento de ingresos, que pasados veinte años los hijos ganan lo que sus padres y no pueden aspirar a su nivel de vida. Por contra, los privilegiados del percentil 100, lo más ricos de los países ricos, lo que están en la trompa del elefante, experimentaron un incremento de los ingresos de más del 60%.

Con la globalización los únicos que se han quedado estancados son los miembros de la clase media de los países de Occidente y principalmente los de la clase media baja, que han sufrido un deterioro de ingresos en términos absolutos y sobre todo en términos relativos frente a los más ricos y a los de su clase en los países emergentes. Son los perdedores de la globalización y a los que se dirigen los nuevos líderes populistas, los Trump, Le Pen o Farage, que ofrecen un discurso de exit a un modelo que, indiscutiblemente, ha reducido la pobreza global. Aunque siga habiendo desigualdades.

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