De vez en cuando me gusta releer a Carmen Riera, nuestra insigne escritora, a la que considero una de las mejores novelistas del siglo XX, y lo demuestra con su novela corta Temps d'inocència. En uno de su últimos capítulos elogia a una planchadora que iba a casa de su padre, antiguo profesor mío, por lo bien que planchaba aunque era muy mayor. Juanita, que era la mujer, comentaba que su hija, que trabajaba con un señor que vivía en París, le dijo en su última carta que dicho señor ponía cuernos a su esposa. No obstante, Ankelita, la hija de su planchadora, quería mucho a su señor, que era de una gran amabilidad con la gente pobre y que cada año mandaba un billete verde (que era de mil pesetas) a su madre la planchadora. El señor era Albert Camus.

Camus era descendiente de una familia humilde que se había establecido en Orán, huyendo de la pobreza. Su padre era Lucien Camus y su madre Elena Sintes, esta última era de familia originaria de Menorca. Consiguió ir a la universidad, creando una compañía de teatro. Trasladado a París al principio de la Segunda Guerra Mundial fue miembro activo de la Resistencia francesa. Publicó diversos libros y se puede afirmar que es el representante más importante del existencialismo ateo. Yo tengo varias de sus obras desde hace tiempo. Recibió el premio Nobel de literatura en 1957 muriendo tres años más tarde en un accidente de tráfico.

Ni durante mi bachiller ni durante mis estudios universitarios, se me dio a conocer a Camus a pesar de que era, respecto a su madre, de origen español y que se le había otorgado el premio Nobel. Está claro que los actos más importantes de su vida coincidieron con la dictadura que nos asoló más de 35 años, y que Camus había luchado contra el nazismo y se declaraba existencialista ateo, ideas contrarias al régimen franquista. Por eso al leer a Carmen Riera y más tarde El extranjero de Camus, en cuya segunda parte, al final, se declara existencialista ateo, al igual que en su gran obra La peste, me ha parecido que se debía reivindicar la figura de este premio Nobel, que ha sido olvidado para la masa intelectual durante tanto tiempo, a pesar de que su madre, Catalina Elena Sintes, era originaria de Menorca por lo que era de sangre española.

No nos sobran los premios Nobel, hasta la fecha apenas llegan a ocho: dos de ciencias y seis de literatura. Sin embargo, en nuestra patria se ha ignorado, pienso que por razones políticas, a este medio español que en 1957 consiguió el premio Nobel de Literatura.

Este artículo se sale de la materia que suelo tocar, pero pienso que es de justicia que la figura de Camus sea recordada en España aunque sea desde la humildad del que suscribe. Feliz verano.

* Exdecano del Colegio de Abogados de Balears (ICAIB)