Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Restan

Turquía es una historia de malos

No es una cuestión, hablando de Turquía, de aperturistas contra retrógrados ni de laicos frente a religiosos, o viceversa y tal y cual. En todos los casos relevantes el escenario es internacional. Y para más complejidad, cada una de las potencias en liza tiene aliados y enemigos cambiantes. Peor aun, si se trata de comprender el lío, hay que considerar que los principales países están a su vez divididos internamente. Un ejemplo, ¿qué tiene que ver la España atlantista de Aznar con la de ZP, que consideraba a Erdogan gran patriarca de la sagrada Alianza de Civilizaciones?

Turquía no sabe lo que es desde que dejó su identidad como Sublime Puerta. Nadie lo sabe. Es comodín y ariete siempre por cuenta ajena. Ataca a Rusia el 24 de noviembre pasado al derribar un avión de combate de Putin y Alemania le da una patada reconociendo el pasado 1 de junio el genocidio armenio. Israel, que es superpotencia en la zona, se acerca a los turcos, después de un tiempo de riñas con el viejo amigo y

EE UU... ¿Se puede hablar de esa gran nación como una unidad a efectos de política internacional con el conflicto civil que están viviendo? El golpe aún caliente no era incondicional. Por eso fracasó. Por las malas y sin restricciones no hay quien pare los tanques.

Entonces, ¿de qué condición hablamos? En Turquía se cruzan todos los caminos, sean geográficos, ideológicos, económicos y patológicos. No me gustan Erdogan ni los golpistas, ni sospecho los padrinos de ambos.

Compartir el artículo

stats