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Apuntes

Rajoy y el arte de la guerra

El éxito de la estrategia de desesperar a los rivales de tanto hacerles esperar

A Mariano Rajoy Brey le suele funcionar una vieja estrategia militar exasperante para el enemigo: esperar, esperar y después esperar. Una fórmula defensiva muy gallega que recuerda a la que empleó, con notable éxito pese a su aparente pero astuta cobardía, el mariscal ruso Majail Ilarionovich Goenishchev Kutuzov en los momentos cruciales de la invasión francesa del inmenso territorio de los zares y que supuso la más dolorosa derrota, con Austerlitz, de los ejércitos napoleónicos.

Kutuzov perdió Moscú para no perder Rusia; como Rajoy, que prefirió entregar alcaldías y comunidades autónomas al enemigo en los idus de mayo para agrupar todas sus fuerzas en la batalla crucial de diciembre, de la que salió malherido pero no cadáver, como un Campeador redivivo dispuesto a plantar cara en junio y salir victorioso de las urnas, contra todo pronóstico, incluido el pronóstico de las encuestas.

Como Kutuzov, Rajoy permitió con aparente desdén que el enemigo avanzara debilitándose en distintos frentes, para posponer la batalla hasta el momento que le fuera favorable, rehuyendo siempre el cuerpo a cuerpo. Sin conocerse aún hacia dónde se encamina el péndulo de la victoria final de la formación de gobierno, Rajoy es quien más inteligentemente ha medido el pertrecho y quien con mayor efectividad ha dispuesto a sus peones sobre el tablero de ajedrez. Puede no estar dotado para defender una partida rápida, pero a la larga le funciona el viejo truco de esperar, esperar y después esperar. Para desesperar.

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