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Llorenç Riera

La tranquilidad del ahorro preventivo

Las viejas prácticas constituyen muchas veces el mejor remedio para afrontar y paliar males y disgustos nuevos. Se ha atribuido a la costumbre mallorquina un modo peculiar de administración económica, preferentemente doméstica, pero también empresarial. Es ese que consiste en hacer un raconet, en mantener unos ahorros y al tiempo no gastar más de lo racional, para así vivir con tranquilidad y poder hacer frente a cualquier imprevisto. Es un mal negocio para los bancos y, por contra, una garantía para quien sabe cuánto cuesta un euro. También una práctica reñida con la ambición. Pocos se harán ricos con ella pero, en compensación, propicia menor riesgo de infarto y depresión.

O sea que, a fin de cuentas, es una buena inversión si se mide en dividendos de salud, tanto individual como colectiva, aún que sea con el coste de ralentizar el crecimiento económico.

Sin embargo, un día llegó el boom turístico, la oportunidad de grandes inversiones y la abundancia de trabajo fácil. Con ello, las viejas costumbres económicas locales se quedaron arcaicas, perdieron prestigio y pasaron de moda. Fue bonito y cómodo hasta que llegó la gran crisis, esa que empezó a asomarse en 2007 y, pese a los nuevos flujos turísticos, todavía colea. Parecía imposible que los sueldos adelgazaran y que los ahorros tuvieran que exprimirse al máximo para hacer frente a lo más imprescindible y a las urgencias de todo el ámbito familiar. Pero ocurrió.

Visto desde ahora, la lección está aprendida y el personal suficientemente escarmentado. Nada mejor que volver a las viejas prácticas. Los últimos datos facilitados por el Banco de España confirman, sin lugar a dudas, que los mallorquines nos hemos reconciliado con el ahorro, lo cual tiene mucho mérito si tenemos en cuenta que lo hemos hecho todavía en época de crisis y al mismo tiempo que se enjugaban los niveles de endeudamiento particular. El público ya sabemos que cabalga desbocado.

Fuentes del sector bancario sitúan la hucha actual en 21.698 millones a los que si sumamos el dinero detectado por el Banco de España, se alcanza la cifra de 30.000. Es un crecimiento del 6,7% con respecto a las evaluaciones anteriores. Al tiempo, el endeudamiento alcanza los 32,2 millones, lo cual se traduce en una bajada del 4,2%. Más o menos, por cada euro ahorrado se debe 1,5.

Estos datos confirman también que se huye de las operaciones de riesgo. Vale más lo seguro estable que lo incierto con alta rentabilidad. La bolsa no estimula hoy a los inversores mallorquines. Si lo hacen, como también se aprecia a simple vista, pero en unos términos que resultan difíciles de cuantificar, las adquisiciones inmobiliarias con expectativas de ser destinadas al alquiler, preferentemente turístico. Resulta obvio por igual que existe una alta demanda en este apartado.

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