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Llorenç Riera

Didáctica y estreno de la ecotasa

Llegó el día y con él tenemos las impresiones y las reacciones del primer momento. La ecotasa ha entrado en vigor. Ayer comenzó a cobrarse en todo tipo de alojamientos turísticos, preferentemente los hoteleros. Dado que ha pasado el tiempo, que la experiencia de un primer fracaso sirve de mucho y que el tributo por uso vacacional está implantado en muchas partes, desde Roma a Barcelona, por poner un ejemplo, se impuso la normalidad como tónica del estreno. En las recepciones de los hoteles, según los testimonios recogidos, la sorpresa del cliente no era la demanda del tributo, sino el que se hablará o pidiera opinión sobre la cuestión.

Parece, de todos modos, que la ecotasa no se ha cobrado en los apartamentos ilegales. Es un frente que queda por cubrir, pero sobre el cual el Govern ya ha adelantado su intención de actuar dando por sentado que será sospechoso de arrendamiento turístico todo aquel que no pueda demostrar lo contrario. Ayer, al Govern solo le interesaba resaltar la "absoluta normalidad" con que se ha iniciado todo. Se ha hecho una buena didáctica, ayudada por el nivel de concienciación ciudadana, que está dando sus frutos.

Además, por otro lado, la segunda versión mejorada de la ecotasa se instala sobre una temporada en que todo está a rebosar. No está en condiciones, por tanto, de etiquetarse como repelente del atractivo turístico. Solo ha requerido organización específica y dotación de medios adecuados para ingresarla en las recepciones de los hoteles.

Del conjunto de impresiones recabadas ayer en el aeropuerto y en los alojamientos o zonas turísticas, llama la atención que sea aceptada con agrado entre visitantes extranjeros y no tanto por los nacionales, junto al consabido rechazo abundante entre empresarios y directivos hoteleros. Los extranjeros, en muchos casos, vienen a puntualizar que en sus países también existen tributos análogos y por otro lado, aceptan con complicidad contribuir a la conservación o mejora del patrimonio y del medio ambiente. Trasladado al terreno de la anécdota, un visitante declaraba ayer a este periódico que, total, supone "el precio de una cerveza" por día y que en el peor de los casos, "beberé una menos". La irritación de 2001 se ha vuelto desenfado en 2016. El avance es incuestionable. No se describen casos de turistas que ayer se negaran a pagar la ecotasa. En su anterior implantación los hubo en abundancia.

Comenzaremos a dar por sentado pues que el Impuesto de Turismo Sostenible no llega a Balears simplemente para hacer la temporada, sino que lo hace con vocación de residente estable. Superada la primera fase de aceptación, que por lo visto no presenta hechos traumáticos, alcanzará la integración plena si logra dar buenos usos palpables y visibles a su recaudación. Parte de una previsión de 60 millones al año. Con este dinero se pueden hacer algunas cosas en una Comunidad mal financiada y mermada de recursos públicos.

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