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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

La influencia de la corrupción

La difusión de las maquinaciones del ministro del Interior contra partidos democráticos desató, una semana atrás, la polémica sobre la publicación de escándalos en vísperas electorales. En cambio, a nadie se le ha ocurrido exigir que se interrumpan los manejos corruptos durante el calendario electoral, o cuando los Gobiernos están en funciones. Esta pretensión entorpecería seguramente el libre comercio, con la consiguiente repercusión sobre el PIB.

En Mallorca contamos con sobrada experiencia en escándalos desencadenados cuando se acercaban las urnas. Sin embargo, nunca con la inminencia electrizante de la primavera de 1999. En las autonómicas de aquel año, Jaume Matas se enfrentaba a sus primeras elecciones, porque había alcanzado la presidencia en condiciones truculentas tras el magnicidio de Cristòfol Soler. Aquel Govern tenía tanto miedo a los votos que manipuló el censo de Formentera, mediante la incorporación masiva de emigrantes argentinos. No adjuntamos la presunción de las manipulaciones, porque los planes del ejecutivo del PP quedaron detallados con minuciosidad en documentos donde se hablaba de "captación de votos" para los populares, efectuada desde luego con fondos públicos.

El caso Formentera estalló por una denuncia de Izquierda Unida, que atendía al censo inflado sin descubrir los manejos que llevaron a este engordamiento. Se acercaba la jornada de reflexión, pero la brutal maniobra recibió castigo proporcionado en las urnas. El PP quería amarrar Formentera, y es posible que dejara escapar un escaño que tenía en propiedad porque los habitantes de dicha isla se sintieron humillados. Por tanto, la trama alumbró de manera indirecta el primer Pacto de Progreso, decidido por un solitario escaño. No caben dudas sobre la propiedad de difundir aquella información. Tampoco provoca ni una mínima vacilación deontológica el aireado de las zaparrastrosas iniciativas de Fernández Díaz. En cambio, la prolongación cansina de escándalos o la invención que pretendía el ministro no repercuten en unas elecciones. Nada influye, a juzgar por los resultados.

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