Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ciencia y religión

Históricamente, las relaciones entre la ciencia y la religión han sido tormentosas. Basta con recordar el juicio a Galileo por afirmar que la tierra no es el centro del universo. Hoy, la polémica sobre si la religión y la ciencia son o no compatibles está contenida dentro de unos límites civilizados y hay científicos que consideran que la ciencia y la religión representan dos dominios separados entre los que no hay lugar para las contradicciones y, a la vez, otros que manifiestan la imposibilidad de conciliar una con otra. Y los dos suelen vivir en paz.

En contraste, las causas por las que la religión determina el comportamiento humano ha sido poco estudiadas. Incluso es posible que algunos piensen que la religión no puede ser estudiada aplicando los métodos científicos. Pero si nadie duda de que, por ejemplo, el comportamiento alimentario es una parte importante de la nutrición y la ciencia de la nutrición sabe bien por qué algunas cosas son comestibles y otras no, de la misma forma la ciencia puede estudiar los esfuerzos que muchos seres humanos hacen para conseguir lo que muchas veces se ha llamado alimento del espíritu, esfuerzos que, sin duda, son resultado de la actividad de nuestro cerebro, nuestros nervios y nuestros músculos.

De hecho, el estudio del comportamiento religioso tiene aún mucho más interés, por cuanto no sólo implica a, digamos "la nutrición espiritual" del individuo, sino que determina profundas interacciones, primero con otros individuos y, además, depende mucho del ambiente. Manteniendo todas las distancias que sean precisas, podemos ver un paralelismo no despreciable entre las personas que asisten y se emocionan profundamente contemplando un partido de fútbol y las personas muchas veces las mismas que asisten a una ceremonia religiosa en la que tal vez manifiesten emociones parecidas.

Por todo lo anterior, es indudable que se puede hablar de los fundamentos de la religión en abstracto, intentando englobar todas y cada una de las más de 4.000 religiones distintas que se dice que existen en el mundo, o incluso el número mucho mayor de las que han existido y hoy sólo son recuerdo en los libros de historia. Precisamente, llama la atención que todas las religiones han nacido, han alcanzado una mayor o menor extensión y han ido adaptándose a diversas circunstancias. En muchos casos han generado religiones hijas y también, muchas murieron cuando dejaron de tener creyentes. Con lo cual, puede decirse que todas las religiones, vivas y muertas, han obedecido a lo que podríamos llamar un darwinismo religioso y pueden ser estudiadas de forma parecida a como se estudia la evolución de una especie animal o vegetal en su nicho ecológico. En efecto, las diferentes religiones compiten entre sí de la misma forma en que diferentes especies compiten por el alimento o por el espacio y el conjunto de todas las religiones vivas forman parte de un complejo ecosistema que puede ser estudiado con métodos tan rigurosos como los que se emplean para estudiar la ecología de las comunidades vegetales o animales.

Desde otro punto de vista, el comportamiento de animales y humanos es una consecuencia de la actividad de su cerebro y por consiguiente, el comportamiento religioso puede ser estudiado desde el punto de la genética o la neurofisiología. Por ejemplo, se ha comprobado que los hermanos gemelos univitelinos separados al nacer comparten actitudes religiosas similares. No es que la genética determine que haya genes para ser católico o musulmán, sino que algunos genes son responsables del fervor y de la flexibilidad o la intransigencia en las creencias. De forma parecida, se han encontrado cambios en el comportamiento religioso después de ciertas lesiones cerebrales que, unas veces determinan comportamientos hiperreligiosos y otras, una ausencia total de escrúpulos.

Pero no todo son genes y cerebros. El ambiente tiene una importancia inmensa. Cualquiera que de los que leen estas líneas comprende que su religión es la que es por la educación que ha recibido de sus padres, sus maestros y la sociedad que lo envuelve. Uno será cristiano, en alguna de sus variadas formas, si ha nacido en Europa, pero será musulmán si ha nacido en Oriente Medio, en cuyo caso cualquiera de nosotros podría ser uno de los bárbaros que cometen los brutales asesinatos que cada día leemos en los periódicos. Es escalofriante pensar en lo fácil que sería para cualquiera aceptar, con toda naturalidad, la necesidad de asesinar "infieles" si hubiéramos nacido en otro lugar del mundo. Nos alegramos de no ser talibanes. Pero comprendemos que nos hemos escapado por muy poco y, en cualquier caso, no ha sido por ningún mérito propio.

Teniendo todo esto en cuenta, vale la pena intentar usar la ciencia para estudiar la religión, no para discutir los méritos de una u otra, sino para entender aunque sólo sea un poco las razones y las causas del comportamiento religioso, las ventajas que tiene ser religioso o no y los desastres que causa la intolerancia religiosa que, al fin y al cabo, sólo es ignorancia.

Compartir el artículo

stats