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Cuaderna

Epístola a los presidenciables del 26J

Todos somos conscientes de que España se ve inmersa en la transcendente responsabilidad de confirmar al actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, o de levantar acta de su relevo. Es un momento de fuertes dudas, temores y también ilusiones. Soy de los que piensa de que todos líderes políticos, los presidenciables, deberían hacer suyas las palabras de Manuel Fraga: "España es lo único importante". Y es que España somos todos; catalanas y madrileños; vascos y canarios; castellano-manchegos y andaluces; gallegos y riojanos; castellano-leoneses y navarros; baleáricos y valencianos; extremeños y asturianos; cántabros y murcianos; aragoneses, ceutíes y melillenses.

Así pues, la ambición que deben albergar nuestros cabezas de lista debe ser servir a España y a los españoles, por encima de cualquier interés personal y de partido. Lo que nos jugamos es nuestro futuro, y lo que es más sagrado, el futuro de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos.

Dice la Constitución española en su artículo 6: "Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación popular, y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respecto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento, deberán ser democráticos".

Así las cosas, es obligación de todos los partidos ser ejemplares en lo que mandata nuestra Constitución, y que como vemos se resume en "servir y no ser servidos"; "en ser democráticos y no autocráticos". Así pues, el peligro de España está en que hay formaciones políticas que ofrecen un cambio sin saber a dónde se quiere ir. Para ello no dudan en poner en cuestión todo lo andado en estos cuarenta años de democracia y, lo que es más grave, la ejemplaridad de la transición. En realidad lo que quieren es la voladura del sistema, que es tanto como decir, la voladora de la Constitución como marco de convivencia, solidaridad, paz y libertad; sin reparar que la Constitución del 78 es la primera Constitución que se ha dado el pueblo español sin que fuera impuesta por ningún partido político al resto de formaciones políticas. Es la Constitución de todos. Es la Constitución de la reconciliación, la paz y la concordia.

El peligro está en no reparar que bajo el disfraz de piel de cordero se esconde un proyecto político importado desde Venezuela; y que tiene su traducción Europea en el actual gobierno griego. España no puede ser gobernada a lo "Chipras". España debe apostar por la plena vocación europeísta y debe hacerlo de forma unida; de ahí la responsabilidad de todos a exigir a los presidenciables que se comprometan a ello. España no necesita partidos de enfrentamiento pasional, ni de revanchas cainitas, España necesita de partidos de confrontación ideológica, pero capaces de hacer de la necesidad virtud y llegar a acuerdos de Estado, que hagan viable las reformas que garanticen la adaptación del sistema nacido en el 78 a los nuevos tiempos del siglo XXI.

La primera prioridad sigue siendo la creación de empleo y por tanto el progreso social y económico de todos los españoles. Es el momento de juntarnos todos para seguir trabajando en pro de la creación de puestos de trabajo, para así garantizar todo el sistema de prestaciones sociales. Por ello apelo a un pacto de Estado de lucha contra el desempleo porque en este ámbito, y en los otros también, no hay soluciones milagrosas ni improvisaciones que valgan. Y es que el mundo, desde que es mundo, solo avanza por el trabajo, la prudencia, el sentido común, el respeto mutuo y la consolidación de valores morales transcendentes y permanentes y que hoy desgraciadamente, parece que hay algunos que pretenden seguir destruyendo.

A poco que echemos la vista atrás nos daremos cuenta que perdimos todo el siglo XIX y más de la mitad del siglo XX en luchas fratricidas. No perdamos ahora el siglo XXI con experimentos de ciencia política de laboratorio, que lo único que buscan es hacer renacer un sistema político caduco, definitivamente enterrado en la Europa de las libertades como es el comunismo, que tanto daño y dolor a causado a la humanidad. De ahí la responsabilidad de los partidos constitucionalistas de servir de antídoto contra los "nuevos mesías del comunismo y separatismo", que con piel de cordero, intentan dar la vuelta al calcetín y retrotraernos a los años 30. Espero y deseo que los cuatro líderes de las formaciones políticas de ámbito nacional, incluido Pablo Iglesias, estén a la altura de las circunstancias; y en un ejercicio de "patriotismo moderno" no se dejen tentar por los cantos de sirena de grupos radicales y separatistas que lo único que buscan es destruir la innegociable unidad de España, que es perfectamente compatible con la diversidad de sus nacionalidades y regiones. Tuyo es el voto, tuya es la responsabilidad.

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