Diario de Mallorca

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Miquel Àngel Lladó Ribas

Sueños más allá de las bambalinas

Es difícil explicar las sensaciones que uno siente cuando un grupo de personas con discapacidad se sube al escenario para ofrecer lo mejor de sí mismo, normalmente sin filtros y con toda la amorosa espontaneidad que caracteriza a estos seres tan especiales y tiernos a la vez. Eso es exactamente lo que sucedió una vez más el pasado 7 de junio en el teatro municipal Catalina Valls del Paseo Mallorca, en el marco de la Mostra de teatre escolar 2016. Con la platea a reventar y ante un público entregado de antemano, los alumnos y educadoras del Centro Gaspar Hauser presentaron su peculiar versión del Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare, una obra en la que se entremezclan la fantasía, el amor y la magia de la mano de una serie de personajes de lo más humano, estrafalario y variopinto.

El hilo conductor de la trama es el amor, verdadero protagonista "en un vergel alocado, divertido, carnaval cotidiano", tal como reza el programa de mano que se distribuyó entre el público que se agolpaba en el hall o antesala del teatro. Bromas, intrigas, humor desenfadado y otros muchos ingredientes hacen que las cosas sean lo que parecen, pero también lo que no parecen, "a sabiendas de que lo que no vemos es lo que nos hace más cómplices". Éste es probablemente el gran acierto de este sueño "Gasparín", como se denomina en el argot al personal y las loables iniciativas del que sin lugar a dudas es el centro de referencia en Mallorca en lo que se refiere al tratamiento de los "Trastornos del espectro austista" (TEA).

Por lo que respecta al aspecto puramente interpretativo, cabe destacar la labor de apoyo constante de las educadoras sobre el escenario, a manera de ángeles apuntadores prestos a cualquier evolución o incidencia derivada de la singular personalidad de los actores: Sebastià, Verónica, Mar, Dani, José, Ricardo, Nando?, por citar sólo a algunos de ellos. Mención aparte merece el bueno de Elbio, el sempiterno y magnífico narrador que pone voz a los anhelos e intrigas de la trama con su voz clara y pautada, semejante a la de un pregonero que reparte proclamas de integración y reconocimiento de la diferencia. Emoción a raudales y ternura en estado puro: eso es lo que desprenden año tras año en esta mostra tan necesaria e interesante los alumnos del Centro Gaspar Hauser, protagonistas en esta ocasión de un sueño que va más allá de las bambalinas para adentrarse de lleno en nuestros corazones con un mensaje transparente y nítido, exento de las convenciones e imposturas tan frecuentes en los que nos autocalificamos como "normales".

Es realmente gratificante observar a estos aprendices de actores sobre las tablas de la vida, ver como se abrazan cariñosamente, como se ríen, como bailan al son de la música de sus anhelos? Como sacan, en definitiva, lo mejor de sí mismos para ofrecerlo a sus padres o progenitores, a los que a menudo buscan entre la platea con su mirada azul e inocente. Esa misma mirada que a veces se nos antoja extraviada y ausente, pero que gracias a las herramientas de la flexibilidad y la comprensión deviene de repente magia, esperanza, poesía en tránsito. Su aislamiento autista se nos antoja entonces una nube pasajera, algo a lo que es posible combatir no solo desde la ciencia y los avances médicos, sino también a través de la cooperación, el trabajo y la alegría.

Larga vida, pues, a los sueños shakesperianos del Gaspar Hauser. Ojalá que todo ese bagaje de apoyo y dedicación a las personas afectadas por alguna forma de TEA tenga siempre la ayuda y el reconocimiento que merecen por parte de las instituciones y entidades del sector, única manera de garantizar un futuro digno y feliz en esa hermosa y cálida noche de verano que son las ilusiones y la solidaridad compartida con quién más necesita de nuestro aliento y estima.

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