­Al alcanzar su ecuador, la campaña electoral para las generales del próximo día 26 ha aportado muy pocos avances. Los principales partidos en liza, a los que los estudios demoscópicos conceden posibilidades de establecer alianzas, siguen sin comprometerse en este sentido y permanecen muy reacios a desvelar el verdadero contenido de sus planes reales de gobierno. No solo eso, algunas de las escasas propuestas realizadas al elector, como la de bajar impuestos ofrecida por el PP resultan escasamente creíbles en la coyuntura económica actual y con unas arcas públicas desangeladas.

Precisamente la falta de programas económicos concretos es una de las carencias más preocupantes de una campaña electoral que afronta su última semana decisiva. Será clave porque el elector debe resolver muchas cosas en ella para perfilar el sentido de su elección. Mientras las encuestas de última hora confirman que el voto fiel permanece estable y conceden otro ligero crecimiento a Podemos, también reafirman la existencia de una importante bolsa de indecisos que pueden acabar inclinando el sentido de las alianzas hacia un lado u otro. Pero, para que ello ocurra, resulta imprescindible que los partidos hablen claro. No solo alto, como ocurre ahora, dado que de este comportamiento únicamente queda la estridencia pasajera.

De mantenerse la situación actual, planeará, cada vez con mayor insistencia, la posibilidad de unas terceras elecciones, de las que ya se habla en influyentes círculos políticos y económicos. Hay que descartarlas a toda costa por un doble motivo fundamental, porque los ciudadanos han emitido y mantienen un claro mensaje de exigencia de diálogo y consenso entre las fuerzas políticas y porque unas nuevas elecciones, después de un año de incertidumbre, contribuirían, sin paliativos, al estancamiento de la recuperación económica y a la apatía y decepción social con respecto a los dirigentes.

El debate televisivo a cuatro fue un claro reflejo de la situación actual: mucho reproche y descalificación al adversario y nulo compromiso propio para establecer posibles alianzas de gobierno. Sabemos qué quieren evitar los candidatos a la presidencia de Gobierno, pero no qué tienen intención de ejecutar. Pedro Sánchez prometió, por un lado, que no habrá gran coalición con el PP y, por otro, que Pablo Iglesias no será presidente. ¿Cuáles son entonces las verdaderas intenciones del PSOE, al que las encuestas conceden una posición descendente?

Los partidos deben detallar sus posiciones políticas y económicas, entre otras cosas porque, de lo contrario, las bolsas se resentirán mucho más de lo que ya lo están haciendo. Es una inquietud que se entrelaza en este momento con la que produce el Brexit, el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, tres días antes de las elecciones españolas. Los bancos centrales europeos ya han comenzado a maniobrar para evitar un descalabro si llega a haber ruptura. Los candidatos no pueden pasar de puntillas sobre esta delicada situación.

Permanece también en el aire la repercusión balear de los resultados del 26J. Alberto Jarabo, el líder regional de Podemos, ha manifestado que si, como indican las encuestas, se confirma el sorpasso, y su formación supera al PSOE en número de escaños en el Congreso, las relaciones de Podemos con el Govern no podrán seguir en la posición actual. ¿Cuál es el verdadero alcance de esta advertencia? Los electores tienen derecho a saberlo antes de acudir a votar. Es una de tantas cosas que deben clarificarse esta semana.