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Antonio Papell

Delirio soberanista

La ruptura entre la CUP y la mayoría de gobierno en Cataluña, y la consiguiente derrota de los presupuestos catalanes que obliga a prorrogar los de 2015 y a prescindir de las partidas con las que el gobierno de Puigdemont quería avanzar hacia la autodeterminación, interrumpe abruptamente la hoja de ruta que, en teoría, debía conducir a la independencia en 18 meses. El desplante de los extremistas ha puesto de relieve con claridad que una cosa es un pacto ocasional de gobierno entre formaciones muy dispares y otra muy distinta la estabilidad parlamentaria de un gobierno que no cuenta con la simpatía de una parte de sus apoyos. Pero ante esta ruptura del monolitismo soberanista, debida a discrepancias muy profundas de carácter ideológico entre los antisistema y la amalgama reunida en torno de Junts pel Sí, las asociaciones culturales, y concretamente la Asamblea Nacional Catalana, en lugar de respaldar el avance institucional la posición del a Generalitat han vuelto a desenterrar la idea de la DUI, la "Declaración unilateral de independencia", y el consiguiente RUI, "Referéndum unilateral de independencia".

La propuesta ha sido recibida clamorosamente por la CUP, contemplada con cierta condescendencia por Esquerra Republicana y rechazada por CDC y por lo tanto por Puigdemont. Homs, candidato de CDC a las generales, ha criticado la iniciativa con dureza pero la Generalitat lo ha hecho en tono más comedido, si bien dejando constancia de que la institución no va a apartarse de la "hoja de ruta" de los 18 meses, aunque nadie cree realmente que pueda cerrarse proceso alguno en ese plazo.

Lo cierto es en cualquier caso que el soberanismo está dividido: la fracción montaraz, con la CUP y la ANC, mantiene la opción de la unilateralidad, en tanto CDC el partido que ha evolucionado hasta el independentismo desde el catalanismo político se niega a ello, convencido de que la vía rupturista liquidaría irremisiblemente el proceso al entrar en la ilegalidad y suscitar el más explícito rechazo internacional. En este esquema, ERC se hallaría en una posición intermedia.

En este marco, CDC y ERC están viendo la manera de incorporar al "proceso" a Podemos y a la "órbita Colau", partidarios del referéndum pero no de la independencia y por lo tanto contrarios a la vía unilateral. Como es conocido, las últimas elecciones autonómicas catalanas, que fueron consideradas plebiscitarias, tuvieron lugar el 27 de septiembre de 2015, y en ellas los partidos independentistas no consiguieron la mayoría absoluta de los votos aunque sí de los escaños (sumando Junts Pel Sí y la CUP). Catalunya Si Que es Pot, la versión catalana de Podemos, no respaldó la investidura de Mas ni la de Puigdemont.

Todas estas vicisitudes coinciden con un debilitamiento reconocible de la tensión independentista que disminuye la presión en este sentido y aleja la expectativas de los rupturistas. Los soberanistas sensatos son conscientes de que el designio de la independencia conforme al modelo de Québec sólo puede intentarse a partir de una masa crítica significativa, que no se da en absoluto en Cataluña; sin ella, la propuesta no tendrá el menor apoyo internacional sino al contrario, y, desde luego, la UE no mostrará por el asunto el menor interés. Todo lo cual debería ser aprovechado por quienes estén al frente del Estado para suturar heridas y buscar un gran pacto que renovara el consenso constitucional. El PSOE, como es sabido, propone la reforma federal de la Constitución y un nuevo Estatuto para Cataluña; es una posibilidad, pero hay más: lo importante es que se abra un diálogo franco, que rompa la incomunicación y dé paso a un nuevo escenario de convivencia en paz.

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