Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

La Infanta desea seguir cobrando

Cristina de Borbón solo viene a Mallorca cobrando, como una artista de variedades. Le sacó tres millones de euros al Govern del corrupto Matas con su infecto Instituto Nóos. Todavía pagamos dos millones de euros anuales por acondicionar sus vacaciones a todo trapo en Marivent, sin olvidar el combustible del Fortuna durante sus periplos privados con el lujoso yate. Juzgada finalmente por una mínima parte de esas cantidades tras hundir la reputación del Estado en su defensa, ahora también pide una indemnización por la humillación a que ella ha sometido a su Real Familia. Casualmente, reclama los miles de euros a Manos Limpias, pero no al juez Castro que la llevó a juicio ni a la Audiencia que revalidó dicho criterio.

La Infanta desea seguir cobrando por sus actividades en Mallorca. De momento, ningún indicio jurídico ni moral sitúa a la hermana del Rey o a su marido por encima de la dignidad de Manos Limpias, porque a la pareja de presuntos delincuentes regios se le reclama una treintena de años de cárcel en juicio formal. El fiscal Pedro Horrach no podía tolerar que la defensa privada de Cristina de Borbón le adelantara en fervor absolutorio. En vez de acusar, acusó a los que acusan. Su juicio a jueces ausentes omite casualmente al tribunal del caso Infanta, que en la sesión inaugural decidió que no había inconveniente para que sentara en el banquillo la perceptora de centenares de miles de euros tras la prevaricación de Matas.

Si Horrach busca culpables de la situación de la Infanta, debió empezar por las tres magistradas que tenía delante. La omisión táctica del tribunal que ha de darle la razón puede ser conveniente, pero desmonta la ditirámbica intervención del fiscal. El supuesto acusador aprovechó la repercusión mediática de su informe para denunciar al coro mediático. Demasiado fácil. Alguien debería informar a los inexpugnables templos judiciales de que la opinión de un jurista sobre la prensa vale tanto como si la formulara Bertín Osborne. Ítem más para las disertaciones de Horrach sobre el Estado. Qué mundo, en el que los periodistas se creen escritores y los fiscales se creen estadistas.

Compartir el artículo

stats