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Antonio Tarabini

Comenzó la campaña electoral. Y ahora, ¿qué?

Es innegable que la ciudadanía experimenta, también en plena campaña electoral, hartazgo, empacho, saciedad y fastidio. Pero la situación política y ambiental, contra lo que algunos piensan, es diversa a la anterior campaña. Ahora tenemos unos resultados electorales consolidados, los del 20D, que son (o deberían ser) referencia básica para cada partido, sus éxitos o fracasos se valorarán en relación a sus resultados del pasado diciembre. Además, un análisis detallado del sondeo del CIS, más allá de los resultados propiamente electorales, posibilita descifrar la naturaleza de sus propios votantes (y los ajenos), su índice de fidelidad, hacia donde derivó su pérdida de votos (otros partidos, abstención...), etc. Los sondeos y encuestas, que ya comienzan a proliferar, tendrán mayores posibilidades de acierto (o de menor error), especialmente en lo referido a los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, cuya referencia anterior eran procesos electorales (europeas, autonómicas) de distinta naturaleza a unas elecciones generales. Además, los nuevos partidos ya han perdido su virginidad mostrando sus fortalezas y debilidades en los más de los cuatro meses de estériles negociaciones. Es muy probable que durante la campaña se hable más de los cuatro meses de negociaciones fallidas que de los cuatro años de gobierno del PP, aspecto que favorece a los populares.

El PP, para obtener unos resultados significativamente mejores, debe superar el 30% del voto. Para ello plantean diversas y complementarias estrategias. Focalizar a su "enemigo" en Podemos, ninguneando al PSOE y sobretodo a sus primos hermanos de C's. Podemos y sus confluencias significarían el gobierno de la izquierda radical (con el apoyo de los socialistas) y, en consecuencia, la inestabilidad política y la ruptura del proceso de crecimiento y creación de empleo que únicamente garantizan los populares guiados y presididos por Rajoy (la corrupción es un recuerdo abstracto que no va con ellos). Albert Rivera y los suyos son simples aficionados que no son de fiar: no en vano pactaron con los socialistas. Con tal estrategia esperan recuperar votos huidos hacia la abstención o hacia Ciudadanos. Su timonel Rajoy fue sabio al abstenerse de intentar formar gobierno y limitarse a seguir tendido en su chaise longue, esperando que PSOE y Ciudadanos respondieran a su propuesta de Gran Coalición. Su cachaza de entonces se nos vende ahora como virtud. El todavía presidente se pasea con sonrisa dudosa, estrechando manos, aunque está por ver su actitud en los debates (las tareas sucias las deja a sus acólitos). Es posible que mejore ligeramente sus resultados, pero aunque no haya nada imposible, es muy difícil que, sumados sus escaños a los de C's, obtenga la mayoría absoluta. ¿Cómo gestionarán entonces los necesarios pactos que, muy probablemente, exigirán como mínimo la abstención de los socialistas? Ciudadanos no lo tiene fácil. Ya les pasó el pasado 20D: su resultado fue peor que sus expectativas, y pierden punch cuando tienen que concretar sus propuestas. Es muy probable que sigan siendo la cuarta fuerza política.

En el bando de la izquierda, Podemos tiene un claro dominio en el uso de la imagen y la tramoya, los medios, las redes sociales. Pretenden a la vez comunicar su liderazgo de la izquierda, reconvertirse en los paladines de la socialdemocracia, formar parte (y liderar) confluencias y mareas electorales de talante inequívocamente soberanista e incluso ser referentes de las clases medias, desde su perfil y discurso transversales. Está por ver si su transformismo puede tener un coste en las urnas o si el catálogo electoral de Podemos-IKEA, además de visto, será leído. De momento Unidos Podemos, con sus confluencias, mejora sus resultados, tal como constata el preelectoral del CIS. Son conscientes de que es casi imposible dar el sorpasso al PP, pero sí al PSOE (aunque en política no siempre dos más dos son cuatro). Superar a los socialistas les permitiría liderar a la izquierda (y a parte del centro izquierda), pero en cualquier caso necesitaría la sintonía del PSOE, hoy por hoy desajustada después de los ataques inmisericordes de Iglesias y los suyos. Lógicamente, unas posibles negociaciones no son iguales si Podemos consigue dar el "salto" a los socialistas o si éstos les superan como mínimo en escaños.

Para el PSOE, la tarea tampoco es fácil. El último sondeo del CIS lo certifica. Debe superar "guerrillas" internas, aunque ahora parece que se respira una tregua oficial, al alimón con alguna pata de gallo de Rodríguez Ibarra y/o del insigne García Page. A su vez, deberán recuperar la credibilidad y la confianza de sus votantes y simpatizantes, e incluso de sus militantes. Ambas (credibilidad y confianza) son fáciles de perder y difíciles de recuperar. También dependerá de su voluntad y capacidad de dar respuestas convincentes (y obligar al adversario a que haga lo mismo, especialmente en los debates públicos) a los graves problemas estructurales que afectan a nuestro sistema político y económico, y de que sepan dar soluciones a las inquietudes reales de los ciudadanos y ciudadanas. En esta línea, somos muchos los que esperamos su respuesta a las 20 actuaciones urgentes por el progreso y el bienestar social propuestas por los sindicatos. Una campaña electoral no modifica, si no ocurre una catástrofe, las tendencias del electorado. Pero sí puede redefinir algunas ambigüedades, indefiniciones e indecisiones, que pueden cuanto modificar las posibilidades reales de acuerdos y pactos para una Investidura y la formación de un gobierno.

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